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Prólogos y epílogos

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Ningún bandazo de última hora. Desde el viernes 3 ya tenemos presidente en Castilla y León. En realidad las cartas estuvieron bastante claricas, o boca arriba del todo, desde el primer momento. Pero, como recomienda Kant, conviene imprimir alguna incertidumbre a las realidades del espíritu para que sean más creíbles. Algunos lo apuntamos aquí –y también en algún otro medio– sin necesidad alguna de hacer predicciones. Basta con aplicar la lógica para saber que en política sobran casi todos los epílogos –es fácil hacerlos a caballo ganador–, pero algunos prólogos no tanto. El prólogo a las elecciones autonómicas se empezó a escribir en la Meseta mucho antes del 24-M.

La primera redacción fue diseñada por el propio Herrera, y viene de lejos.

Todo el mundo sostenía que el Presidente de Castilla y León y el Presidente del Gobierno se entendían poco y mal. Lo llamaban, eufemísticamente, fidelidad crítica, o algo parecido. Pero vamos a ver, señor@s, ¿cómo va entenderse un lector empedernido de la Celestina, como Herrera, con un lector excluyente del Marca con secuelas imaginativas e irreversibles como Rajoy? Imposible de todo punto. La razón, amén de intelectual, tiene un golpe de balonazo en la cabeza que ya describió Fernando de Rojas con una ironía de mil diablos: del impacto “hay ojos que de legaña se agrandan”.

Herrera –que no tiene hijos, que posee bienes raíces para vivir fuera de la política, y que es libre para decir no a casi todo– no estaba de acuerdo con muchas de las medidas adoptadas por Rajoy, y que procedían directamente del zapaterismo más rancio. El colmo del desencuentro tuvo lugar en el célebre Consejo de Política Fiscal y Financiera de diciembre de 2014. El burgalés no sólo dijo que estábamos ante un ejemplo «de manipulación, improvisación y falta de preparación», sino ante una mentira «de forma descarada». La conclusión, a efectos electorales, se interpretó como letal: Herrera estaba harto y decía adiós a la política. El resto, en consecuencia, empezó a escribir el fin del prólogo anunciado con las cuentas del trillo: en cada agujero un kilo de grano para el grillo.

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