Una pareja se interesa por las pulseras de las religiosas
Una pareja se interesa por las pulseras de las religiosas - f. heras
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Hermana Marina: «Este mercadillo no es ningún negocio, es una ayuda»

Las Carmelitas del Campo Grande de Valladolid exponen este fin de semana una muestra de sus creaciones para dar a conocer su trabajo

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El edificio contiguo al Convento de las Carmelitas del Campo Grande, de Valladolid, han decidido sacar su trabajo fuera el convento para que todos los que se quieran pasar durante el fin de semana puedan visitarlas y conocer más sobre la maña de estas religiosas. La Hermana Marina, encargada de organizar esta suerte de mercadillo, reconoce que el principal objetivo de esta iniciativa es «exponer nuestras labores al público y darnos a conocer», y «si quieren comprar, algo pues mejor», reconoce entre risas. Entre discos, bisutería, pulseras, libros encuadernados a mano, muñecas, fofuchas o vino, hasta seis hermanas repartidas en cuatro estancias se ofrecen de guías para enseñar a los clientes esta versión moderna del arte religioso.

«No lo hacemos por negocio, es para ayudarnos en cuestiones como la comida», apunta la Hermana, que, pese a que «no podemos decir que estamos desbordadas», se muestra contenta de la recepción que ha tenido el mercadillo esta primera vez.

«La gente por lo que mas pregunta es por joyería o libretas hechas a mano», destaca, e invita a todos los vallisoletanos a dejarse caer por allí. «Si la gente quiere acceder durante la semana pueden pasar y vernos, pero en principio solo estamos sábado y domingo», añade.

Un convento online

«Internet facilita mucho podernos comunicar con la gente, y que ellos lo hagan con nosotros», sostiene la religiosa del convento que, entre otras cosas, cuenta con página web, tienda online, cuenta de Twitter, de Facebook, y número de Whatsapp. «Estos medios los usamos para difundir nuestros trabajos», indica. La Hermana Marina reconoce que la venta online de sus productos «nos ayuda a llegar a mucha más gente» y «es mucho más cómodo para todos». Todo un convento subido al carro de las nuevas tecnologías que no deja pasar la oportunidad que estas ofrecen para, no solo sacar sus productos físicamente a la calle, sino para que su mensaje llegue allá hasta donde haya una conexión a Internet.

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