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CIScadas

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Tras la encuesta del CIS -excepto en Castilla y León- todo se reduce a duelos y quebrantos. Algunos brindan con futuribles, y hacen la ola en periódicos, en columnas de opinión, y en tertulias televisivas hasta catar el dogma de la inmaculada concepción. Hombre, que se incluya en la magna encuesta, después de cocinar los datos hasta jibarizar un juanete, la existencia de un 40% de indecisos, constituye una tomadura de pelo soberana y el colmo de la tontuna a merced de una montaña rusa. Se parece a la charada de cierto intelectual de fuste -fines de los 60- que dijo tener «novedades sobre Dios». Así, como suena. Algún descreído le preguntamos por ellas, y respondió con toda seriedad: «Los curas obreros».

Ocurrencia parecida escuché, hace un par de días, a un célebre contertulio. Se analizaba la encuesta del CIS y, al llegar a Castilla y León, lo único coherente que se le ocurrió al oráculo de Delfos sobre Herrera fue la típica chorrada de intelectual enteradillo: «es que este señor lleva años diciendo que no se presenta, y sin embargo se presenta». Textual. Así, como si ganar unas elecciones bastara con jugar al quirrial o al escondite. Por tanto, primera CIScada troncoquifinitoria, o de troncos con finiquito: Herrera nunca ha dicho que no se presentara a estas elecciones, como tampoco a ninguna otra anterior. Sí, que el más pintado lo demuestre y tire de hemeroteca.

Esta atribución soberana lleva a la segunda CIScada con despelote aplicable desde los tiempos de doña Urraca. Aquí los únicos que han asegurado a conveniencia que Herrera no repetiría -que se marchaba a su casa por hache o por be- han sido los sucesivos secretarios generales del socialismo en Castilla y León. Impuso la moda Ángel Villalba. Óscar López -el motor del «puro cambio»- continuó recitando el mantra montado en bicicleta o esquiando en la Pinilla. Y por último Tudanca, como fiel heredero de los dos anteriores, recuperó, en sus primeros días de mandato, el principio de realidad empírica que acuñó Kant como analogía inapelable. Gran decepción la suya.

Y de aquí proviene la tercera CIScada con mayoría absoluta en la recámara sin necesidad de que llegara David Cameron para demostrar que las encuestas parecen pupurri trasnacional y tigres de papel. Herrera volverá a ganar en Castilla y León porque ha gobernado en la Meseta sin gobernar demasiado. Es decir, se ha limitado a cumplir con absoluta prudencia y dignidad su programa; desde una fidelidad bien reconocible, no ha claudicado ante un gobierno central que exigía entregas a la carta; ha mantenido las prioridades sociales en los puestos más altos de aceptación; y, como conclusión sociológica, ahora nadie esconde en las encuestas que su popularidad sea tan redonda como su castellanía: una especie de «Pater Noster» qu

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