NO SOMOS NADIE

¿Qué pasa?

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Ocurre que las víctimas en España molestan siempre a la mima carroña. Acabamos de verificarlo con el dramático vuelo de la compañía Germanwings. Una realidad que viene de largo y que, desde Castilla y León denunciamos siempre por nauseabunda. Con el nefasto Zapatero empezó la hecatombe humanitaria. Mientras el falso leonés se besaba en los rincones con ETA, las víctimas del terrorismo fueron manipuladas hasta la indecencia por quien pierde la vergüenza en política y, además, no desea recuperarla nunca. La corrupción llegó a tal vileza que una de esas inocencias sacrificadas por la política trincona y demencial del socialismo zapateril -y que era de Burgos como el Cid- me hizo esta terrible confesión: «Día vendrá que el verdugo nos exija que le pedimos perdón».

Ese día llegó cuando el criminal De Juana Chaos hizo huelgas de hambre con jamón y, entonces se puso en marcha la operación salvífica del etarra: que no haya telarañas en la panza de Iñaqui, repetían políticos y jueces al unísono. A continuación llegó el criminal en serie Bolinaga. Con qué alegría se falsificaron actas, se inventaron chupitos humanitarios, y se acudió a la figura del prevaricador si no liberaban a la bestia. Fiscales y jueces españoles se pusieron las puñetas por montera cuando unos políticos con toga, que nos sangran vía Estrasburgo, exigieron la excarcelación en masa de asesinos en masa para confirmar que la justicia y la razón no tienen nada que ver.

Ahora el vallisoletano Jorge Fernández -el místico teresiano que Rajoy mantiene de ministro zapateril-, se extraña de la burla a cuenta de las víctimas de la Germanwings, y exige mano dura contra los tuiteros que hacen alarde de salvajadas tan inconcebibles como esta: «Tranquilos, no hay españoles, sólo catalufos y alemanes». Leyendo semejantes animaladas, los hijos de puta y los buitreros mediáticos se consolidan como cafres sostenidos. Pero que estas lindezas al alba -como si llevaron a cabo una ejecución-, se exhiban desde la izquierda radical, nos lleva al dislate de la provocación más pestilente y ofensiva.

La activista Beatriz Talegón -ese dechado de carreras magníficamente aprovechadas en el Comité Federal de PSOE- ha tenido la ocurrencia de confundir las víctimas de los Alpes con las de la hepatitis C. ¿Qué tendrá que ver el culo con las cuatro témporas? Para el morral de Talegón sí porque se trata de la misma cremallera a la virulé que abre y cierra las crisis del partido de Béjar a Zamora. Y bueno, la lindeza de Eduardo Garzón -el hermanísimo del líder de IU que trabaja a tiempo completo para Podemos-, diciendo que la matanza de los Alpes no es más que una deriva del capitalismo salvaje, es propia de un tontorrón bolear que siendo nadilla le llega el agua a la rodilla. Qué vergüenza de esperpentos al lado de unas víctimas tan dignas.

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