NO SOMOS NADIE

Las tetas en las sopa

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A Luis Tudanca ya le llaman por todas partes Míster Niet. Lo que traducido del ruso al lenguaje diplomático equivale Míster No. Andrei Gromiko, eterno ministro de asuntos exteriores de la Unión Soviética durante 28 años –amigo de Stalin, de Molotov y de la peor ralea en metralleta–, acuñó ese título con absoluta propiedad. Si debía indultarse a un reo condenado a muerte, el pavo del kalashnikov en ristre decía “niet”. Si había que poner coto a la carrera armamentística, el comunista de dientes de acero, estampaba un “niet”. Y si convenía enviar un ramo de flores a la amante de un alipende, montaba el cirio con otro “niet”. Con este Míster Niet momificado cayó la Unión Soviética del mismo modo que hace siglos se fue al garete Nínive.

Como el Secretario de los socialistas en Castilla y León tiene añoranzas podémicas, ha tenido ahora la feliz ocurrencia de resucitar a Andrei Gromiko sobre la marcha. Para ello ha dado una razón cargada de perestroika que no la entiende ni la madre que la parió: quiere liderar –agárrese a la gramática– “el partido del no al PP hasta que no demuestren con hechos que están en contra de la corrupción”. Y como el socialismo –jajaja, y jajaja, y jajaja– está limpio de polvo y paja, el cachondeo mesetario se descerraja con Tudanca como con el chiste del Nicolás y la Nicolasa. Va la parejita a un restaurante, y ella pide un plato de sopa. A los cinco minutos exclama sofocadica: “¡Ay, kolás, qué calor tengo!”. Y le responde su chico: “Pero Kolasica mía, ¿cómo no vas a sentir calor si tienes las tetas en la sopa?”.

Al PSOE le ocurre igual que a la pobre Kolasica: si quiere no escaldarse con la sopa, primero, ha de tener cuidado con las colgaduras, y segundo con las neuronas sensitivas, que viene a ser lo mismo. Tiene metidas en el plato de la corrupción las tetas, las ancas, y hasta el no de Tudanca. Olvidar esta realidad endémica en un partido con un historial tan prolífico en corrupción como para asar una vaca, es una falta de respeto clamorosa al ciudadano. Simplemente con referirse a Ponferrada o a los eres de Andalucía –el latrocinio mayor de la cleptocracia que nos remata a diario con estilete burgalés–, a este Míster Niet de la perestroika en Gamonal se le debería caer la cara de vergüenza.

Una vez más, el señor Tudanca quiere hacer de las palabras una rareza con permanente. Repartir zurriagazos de Míster Niet para quitarse de encima la propia corrupción, en estos momentos precisos, no sirve ni para cuadrar con parsimonia un adoquín del bulevar gamonaliensis. Y no sirve por una razón: esta clase de discursos en naftalina sólo demuestra cuánto odiosa resulta en un político la palabra vacía. Palabra que, una vez pronunciada, ya es imposible de quitársela de encima porque tiene la costra de la polilla: un relicario de charlatanería.

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