boberías económicas

El agua no es un bien público

Es más, precisamente en Canarias todavía hoy no ha desaparecido el agua, conocida comúnmente como buena, porque tiene asignados derechos privados de propiedad

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El nuevo alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Augusto Hidalgo, ha declarado recientemente que durante su mandato «el agua va a ser un bien público que no debe estar sometido al mercado».

Según las escuelas económicas dominantes, en el libre mercado existirían problemas de coordinación que no permitirían a la sociedad proveerse de algunos bienes y servicios que ésta demanda y, por lo tanto, se necesita de una planificación coactiva o una intervención estatal por motivos funcionales o de eficiencia. Estos problemas de coordinación son conocidos comúnmente como fallos de mercado. Uno de estos fallos es el de los bienes públicos.

Se entiende por bien público, en términos económicos, aquel que no es rival en consumo y no excluible en la oferta.

Un bien no es rival cuando el consumo por parte de un individuo no impide ni reduce la cantidad disponible para el consumo de otras personas; y un bien es no excluible cuando sería imposible o tendría un coste prohibitivo mantener fuera de la oferta a aquellos que no paguen por el bien o servicio. Ante esta situación, se dice que existe un fallo de mercado, pues éste no proveería esta clase de bienes y, por esta razón, debe ser el Estado quien los provea.

Sin entrar a discutir si el mercado puede o no solucionar el supuesto problema de los bienes públicos, el señor Hidalgo, con sus declaraciones, demuestra saber poco o nada de economía. El agua, frente a lo que el nuevo alcalde opina y a diferencia de bienes como el aire, no puede ser clasificado de bien público dado que es rival en consumo y excluible en la oferta.

Es más, es prioritario que este tipo de bienes se sometan a las reglas del mercado, es decir, a las decisiones de los distintos individuos que conforman nuestra sociedad intercambiando bienes y servicios, y no a las de políticos como el señor Hidalgo. De no ser así, la ciencia económica nos demuestra, con multitud de ejemplos, que estos recursos terminan desapareciendo o malográndose, más en territorios como las Islas donde el agua desalada, de riesgo y potable es un bien tan escaso y útil.

Es más, precisamente en las Canarias todavía hoy no ha desaparecido el agua, conocida comúnmente como buena, porque tiene asignados derechos privados de propiedad y la captación, asignación, distribución y utilización de esta agua, principalmente subterránea, se ha venido realizando casi en su totalidad por la iniciativa privada a través del mercado.

Esperemos que el nuevo regidor de la ciudad más importante de Canarias aprenda pronto estos conceptos económicos básicos y que no lleve a cabo ideas que, en no mucho tiempo, nos llevarían a la más absoluta sequía.

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