abc

Los impostores de la república distraen al Cuyás

Ni el planteamiento, lleno de tópicos, ni la interpretación de los actores, obligados a la sobreactuación, convencen en absoluto

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

En esencia, el teatro es algo sencillo. Cuando la intención es describir la verdad, el camino no es otro que el de la sencillez, pues todo lo demás es puro artificio. Es más, cuanto más corriente es la trama, más simple debería ser la puesta en escena, de lo contrario, resulta pretenciosa y falsa. “Los Impostores” es una comedia negra de la compañía canaria ‘La República’, que aborda la historia de una estafa dentro del seno de una familia de clase media, o pretendida posición, con tradición en timos y pelotazos financieros varios, y con raigambre también en esconderlos muy bien, aún viviendo una mentira.

El embuste de vivir de la apariencia se convierte así en verdadero protagonista de la obra, pero ni el planteamiento, lleno de tópicos, ni la interpretación de los actores, obligados a la sobreactuación, convencen en absoluto.

La pauta dada por el director de marcar las transiciones con zapateados, palmas y movimientos coordinados de los asientos, resultaba tan impostada... que solo provocaba distracción en vez de tensión narrativa. Sobraba tanta pose y tanto gesto en una coreografía de despropósitos para un momento tan simple, haciendo, en definitiva, poco creíble la trama.

Previsible y superficial en el fondo y en las formas (por momentos, los actores parecían recitar de memoria, en vez de actuar convencidos de la historia), se descompone antes incluso de llegar a desarrollarse. Y ese uso intencionado de algunas expresiones vulgares con el ánimo de fingir cercanía con el espectador, lejos de lograr tal cosa, roza la ramplonería para un tema que pretende exponer una tesis sociológica sobre la mentira.

La escenografía escogida como simbolismo de esa mentira que se va tejiendo como una tela de araña, y enredando hasta convertirse en una trampa sin salida, también resulta demasiado obvia como metáfora, pues se trata de un cubo cuyas caras se van cerrando poco a poco a base de cintas, acorralando a los personajes dentro de su propia existencia.

La verdad es que cabía esperar un poco más de esta pieza de la compañía ‘La República’, puesto que se enmarca en el ETC (Espacio Teatro Contemporáneo), o espacio de investigación teatral de referencia creado por la sala Cuarta Pared, hace ya ocho años, para que los profesionales de las artes escénicas investiguen más allá de las producciones habituales.

Ver los comentarios