motu proprio

No toquen a AENA

El litro de leche o de agua que compramos en el supermercado de la esquina no es menos estratégico

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

SI esperaba encontrar en estas líneas una defensa de lo que algunos excesivamente llaman la aspiración «de Canarias» por controlar AENA, mejor que deje de leer en este punto. La hiperbólica manera de señalar como «Canarias» a lo que es, en realidad, el deseo de unos pocos es una de las muchas malas costumbres que se deberían erradicar por estos lares el día que las cosas de verdad empiecen a mejorar. Solo a través de una intensa y eficaz propaganda puede llegarse al absurdo de considerar bueno «para Canarias» lo que en realidad solo es bueno para unos determinados dirigentes políticos, que únicamente están pensando en que la mayor cantidad de negocios pasen por la mesa donde ellos deciden cuestiones de la elefantiásica Administración autonómica.

Y no solo de ella, lamentablemente.

Son esos mismos los que abonaron la mentira de que AENA estaba pasando a manos privadas, cuando en realidad el Gobierno mantendrá un 51% de sus acciones y lo que desde el miércoles cotiza libremente en el mercado asciende al 42,5% del total. Sucede que, en esa maraña de prejuicios y medias verdades, pretenden presentar (y el Gobierno colabora con su tibieza) como algo necesariamente negativo que el Estado se desprenda de esas acciones. En realidad, lo deseable es que se desprenda de todas y no de apenas algo menos de la mitad. En tal caso, las acciones hubiesen sido mucho más atractivas y la recaudación por esta suscripción habría aumentado, a la vez que habría pasado el control a manos privadas, con el inmediato beneficio para el contribuyente de no tener que seguir sosteniendo con su dinero infraestructuras aeroportuarias que son fruto solo de la megalomanía de algunos políticos. Pensemos en La Gomera, por ejemplo.

Quienes no estén de acuerdo con la posición privatizadora me dirán que se trata de un negocio estratégico, y yo les diré que el litro de leche o de agua que compramos en el supermercado de la esquina no es menos estratégico, o que nuestra conexión a internet o nuestro teléfono móvil no son menos estratégicos y sin embargo su comercialización y producción descansa en manos privadas, con notable eficiencia y reducción de costes en muchos casos. De manera que, por favor, no nos vengan con el cuento de lo «estratégico» como la coartada ideal para cualquier exceso intervencionista o con aquello de que es bueno «para Canarias» cuando en realidad están hablando en nombre de unos pocos, del negocio de unos pocos, pero cuyas nefastas consecuencias tendremos que pagar entre todos.

Ver los comentarios