EL PERFIL

VIRGINIA NAVAS FERRER

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Virginia es uno de esos privilegiados seres humanos que conocen y aplican, de manera hábil, las claves para lograr el equilibrio psicológico y el bienestar personal: estar permanentemente atenta para identificar los aspectos positivos de los comportamientos de las personas con las ella que convive, y aprovechar todas las oportunidades para, con cariño y con delicadeza, ponerlos de manifiesto. Es posible que el secreto de esta habilidad resida en su singular capacidad contemplativa, en esa capacidad innata para descubrir matices inadvertidos, para percibir rasgos ocultos y para apreciar valores recónditos. Estoy convencido de que ella posee una peculiar manera de mirar la vida, una forma atenta, sutil y respetuosa, de calar en los mensajes de los objetos sencillos y en la grandeza de los gestos nobles: esa destreza con la que limpia la vida de adherencias impuras para devolverle su verdad y su dignidad. Esta capacidad comprensiva y esta destreza expresiva constituyen, a mi juicio, las fuentes de las que brotan esos otros rasgos que hacen tan grata su figura y tan agradable su compañía. Con su noble pinta de mujer, suave de gestos y elegante de formas, Virginia es el arquetipo de las señoras de buenos modales, de educación esmerada y de trato cortés. Controlada emocional y físicamente, es a la vez discreta y atenta; tiene algo de esa cortesía retraída, de esa actitud entre dubitativa y ensimismada, que caracterizan a las personas amables. A mí me llama la atención, sobre todo, su manera de suavizar con el tono de voz el volumen de los episodios enojosos y su forma de modular sus palabras con el fin de implicarse emocionalmente con sus interlocutores.

Y es que Virginia, poseedora de una singular capacidad de empatía, nos da la impresión de que sabe escuchar -con los oídos y con los ojos- las sensaciones y los sentimientos de los demás. No sólo oye lo que le decimos y escucha la manera de la que se lo contamos, sino que, además, con su mirada honda y con sus actitudes nobles, nos comunica que ha captado nuestro estado de ánimo. Ésta es la razón por la que esta mujer elegante y comprensiva pone especial interés por evitar o por suavizar el dolor de los que la rodean, y éste es el motivo por el que nos acepta sin dejarse arrastrar por los prejuicios: ésta es, en resumen, la explicación de su capacidad para sentir lo que los demás sentimos.