Violencia e incendios en el Primero de Mayo en París

A última hora de la tarde de ayer, la policía había contabilizado 40 heridos y 330 detenciones, entre ellos tres españoles que portaban artefactos incendiarios y objetos que podrían servir de arma, 17.700 controles preventivos y varios heridos entre las fuerzas del orden. Cifras que evolucionaron al alza a lo largo de la noche pasada. Entre los 151.000 y los 310.000 manifestantes, en toda Francia, según las cifras oficiales de los sindicatos y el ministerio del Interior, hubo un arco iris de sensibilidades, que no siempre eran compatibles, del sindicalismo tradicional al vandalismo antisistema, de los chalecos amarillos radicales (de izquierdas) a los chalecos amarillos tradicionales (clases medias que temen la precariedad), unidos en su oposición unánime contra el presidente Macron.

Tras cinco meses de fiebre amarilla, los sindicatos más radicales habían convocado un 1 de Mayo de «combate». Cuando su cortejo se puso en marcha, a primera hora de la tarde, al pie de la Torre de Montparnasse, un grupo de radicales antisistema rompió todos los servicios de seguridad y echaron del desfile, a gritos y patadas, al secretario general de la CGT, Philippe Martinez , que solo pudo reintegrarse en el cortejo sindical gracias a la intervención de los antidisturbios.

Comenzó una larga jornada de tensiones y violencia recurrente, en París. En el resto de Francia fueron globalmente tranquilas. En la capital, la tensión, el vandalismo y los incendios se sucedieron ininterrumpidamente durante seis largas horas. En el barrio y el bulevar de Montparnasse, los antidisturbios tuvieron que proteger restaurantes célebres, como «La Coupole». Pacificado provisionalmente el cortejo, culminó en los alrededores de la alcaldía del distrito XIII, en la Place d’Italie, donde se sucedieron varias batallas campales.

Sin ser mayoritarios, los grupos de vándalos sin ideología conocida rompían vitrinas y escaparates que no estaban protegidos por las unidades de antidisturbios.

Emmanuel Macron intentó apagar el incendio amarillo, a primeros de diciembre, con 10 a 15.000 millones de euros de concesiones presupuestarias: precio de los combustibles, fiscalidad, ayudas de diversa naturaleza. Desde primeros de año, el presidente de la República ha hecho nuevas concesiones, evaluadas en otros 17.000 millones de euros: bajas de impuestos, prestaciones sociales, promesas de muy diversa índole. En vano. Los sindicatos solo tienen reivindicaciones generalistas.