El Senado argentino, durante el debate
El Senado argentino, durante el debate - REUTERS

El Senado de Argentina aprueba el pago a los acreedores de deuda

El proyecto autoriza al país a saldar las deudas con fondos de inversión litigantes en tribunales de Nueva York y supone una importante victoria política del presidente Macri

Corresponsal en Buenos Aires Actualizado: Guardar
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Argentina asiste a un espectáculo insólito. Un Gobierno que no es peronista, tampoco de la Unión Cívica Radical y carece de mayoría en el Congreso y en el Senado, acaba de demostrar que puede gobernar y hacerlo en asuntos tan sensibles como la deuda pública y el pago a los fondos de inversión especulativo.

La Cámara Alta le dio una alegría incomparable al presidente Mauricio Macri, al ratificar, por más de dos tercios de los votos, el proyecto de ley que sirve de pista de salida, definitiva, de la suspensión de pagos y abre la puerta a Argentina de regreso a los mercados, tras quince años de sequía financiera. El Ejecutivo ahora podrá vender hasta un máximo de 12.500 millones de dólares en bonos para pagar en efectivo a una veintena de fondos-buitre y bonistas que optaron por pleitear antes que aceptar los canjes del 2005 y 2010 con recortes, en algunos casos, de hasta el 60 por ciento del valor nominal.

Con apenas quince senadores, la coalición gubernamental Cambiemos logró un triunfo aplastante al conseguir 54 votos de los 72 escaños que conforman la Cámara. Apenas 16 senadores se manifestaron en contra de la propuesta y se registraron dos abstenciones. La victoria del Gobierno, en simultáneo, puso de manifiesto la descomposición irrecuperable del kirchnerismo, un movimiento roto y en estampida. De sus 39 senadores sólo 16 cumplieron con los deseos de Cristina Fernández de votar en contra.

La victoria del Gobierno, en simultáneo, puso de manifiesto la descomposición irrecuperable del kirchnerismo

El ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay, considero la sesión, donde se votó entrada la madrugada, un gesto «de madurez democrática» totalmente diferente al que protagonizó el ex presidente Rodríguez Saa «en el 2001 al decretar el “default” mientras todo el mundo lo celebraba». La observación remite a la memoria de aquel día en el que, en el pleno de la Asamblea Legislativa, con las dos Cámaras en sesión conjunta, los legisladores aplaudieron en masa la decisión y hasta cantaron la «marchita peronista» para festejar la noticia.

El ministro, en declaraciones a Radio Mitre, consideró que «el mundo» ahora ha despejado «sus dudas» sobre Argentina y comprueba que «honramos nuestras deudas. Queremos ser parte del mundo». La deuda asciende a cerca de 12.500 millones de dólares. La cifra se fue multiplicando por la falta de pago año tras año pero el Gobierno, en tres meses, logró «una quita de intereses, no de capital, del orden del 60 por ciento», un logró realmente importante, «teniendo sentencia judicial en contra», recordó Prat Gay, ya que Argentina se sometió, voluntariamente, a los tribunales de Nueva York al emitir su deuda.

En Washington con Xi Jimping

El pago se hará en efectivo mediante la emisión de nuevos bonos del Estado y no supone mayor endeudamiento, aclaró Prat Gay, ya que la deuda estaba en registrada, «lo que sucede –añadió- es que cambiamos de acreedores».

«No fue simple ni sencillo», observó el ministro que, en tres meses logró resolver lo que el kirchnerismo, pese a sus exitosas reestructuraciones, no pudo en doce años. La ratificación del proyecto en el Senado dejó sin efecto las llamadas ley cerrojo y de pago soberano que impedían hacer una oferta y mejorar las condiciones de pago a los acreedores que no entraron en los canjes de deuda del 2005 y el 2010. Con esta victoria bajo el brazo Mauricio Macri, que a estas horas debe estar departiendo en Washington con Xi Jinping o algún otro presidente de la media docena de entrevistas bilaterales que tiene previstas, podrá afrontar en mejores condiciones una gestión complicada. De momento, lo más urgente es frenar la inflación (ronda el 30 por ciento) que asfixia a los argentinos y reactivar una economía que, prácticamente, no crece desde hace cuatro años.

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