Pedro Rodríguez - DE LEJOS

«Il capitano sconfitto»

Matteo Salvini vuelve a fracasar en su ambición de forzar elecciones anticipadas en Italia

Matteo Salvini AFP

Pedro Rodríguez

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En la categoría de placeres muy culpables habría que reservar un lugar destacado el atracón visual que ofrece Matteo Salvini en Instagram. Gracias a su sobreexposición en redes sociales, se entiende porqué el nacional-populismo engorda tanto, y no solamente al resentimiento. En virtud de este exhibicionismo digital, sabemos que il capitano gusta de untarse Nutella en la tostada del desayuno. Se reconforta con un buen plato de pasta Barilla y una copa de vino Barolo. Atiende a la sabiduría contenida en los envoltorios de los bombones Perugina Bacio. Y se quita la sed con cerveza Moretti.

Este descarado catálogo de productos de alimentación italianos no es resultado ni de publicidad encubierta, ni de una obsesión comidista, ni tan siquiera del nacionalismo culinario que podría esperarse de un líder como Salvini. Resulta que forma parte de una premeditada estrategia por la que il capitano aspira a presentarse como la quintaesencia del hombre común, de gustos sencillos, enfrentado a las élites que consumen productos muchísimo más cotizados.

Solo le falta a Salvini repetir aquello que afirmaba Sancho Panza en la segunda parte de «El Quijote»: «La mejor salsa del mundo es el hambre, y como ésta no falta a los pobres, siempre comen con gusto». Aunque el gran problema alimenticio de il capitano no parece ser su dieta hipercalórica sino su paladar tan poco sofisticado. La ideología cerril, cuando carece de estrategia, no produce más que entripados políticos.

Salvini ya sufrió una primera indigestión veraniega al dimitir como vicepresidente y ministro del interior con la esperanza de forzar elecciones anticipadas en Italia. Sin embargo, el Partido Demócrata y el M5E aparcaron su feroz rivalidad para frenar a la derechita al dente. En menos de seis meses, el segundo tropiezo de Salvini ha tenido lugar en las regionales de Emilia Romaña, convertidas en plebiscito sobre su corpulenta figura y la legitimidad del Gobierno en Roma. Con este menú de fracasos recalentados, lo más visceral de il capitano va a resultar su insatisfecha hambre de poder.

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