Kirchner saluda junto a la puerta de la Casa Rosada horas antes de su marcha
Kirchner saluda junto a la puerta de la Casa Rosada horas antes de su marcha - EFE

El mutis por el foro de Kirchner preludia una «oposición feroz»

Solo siguieron su orden de no asistir a la ceremonia unos 40 diputados peronistas

BUENOS AIRES Actualizado: Guardar
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¿Se fue a su casa del acomodado barrio de Recoleta? ¿Partió rumbo a Santa Cruz en el «Tango 01» (avión presidencial)antes de las 12 de la noche, hora en que vencía su mandato? ¿Pasó la noche en el piso donde vive su hija Florencia con Camilo Vaca Narvaja y su nieta Elena? Las preguntas sobre lo que hizo Cristina Fernández de Kirchner las últimas horas, antes y después de la medianoche, tras pronunciar su último discurso (o arenga) en la Casa Rosada, se sucedían sin respuesta firme inmediata. Algo similar a lo que sucede con el futuro de la mujer que ha concentrado más poder en la historia de Argentina y que ahora amenaza: «No me voy a ir, siempre voy a estar con ustedes.

Siempre».

El olvido, ese lugar al que la madre de Máximo Kirchner se resiste a entrar no será inmediato para ella.

Unos cuarenta diputados suyos cumplieron con la obediencia debida y fieles al mandato de la dirigente peronista no participaron en la ceremonia de investidura de Mauricio Macri. «Cristina Kirchner se propone mantener la polarización que ella y su esposo imprimieron a la vida pública en los últimos doce años: ellos o nosotros», observa Carlos Pagni en La Nación.

«Cualquiera que se acerque al nuevo Gobierno será estigmatizado como traidor», añade, pero, «debe conseguir arrastrar detrás de sí a todo el peronismo», reflexiona Pagni.

Ernesto Tenembaum, periodista, escritor y autor de «¿Qué les pasó?», donde cuenta la metamorfosis del matrimonio Kirchner, está convencido de que la ex presidenta va a intentar ponerse al frente del justicialismo que es, o viene a ser lo mismo. que el peronismo, para retener poder. «La decisión de Cristina de emprender el operativo retorno» en cuatro años, asegura, beneficia a Mauricio Macri porque, observa en una columna en El Cronista titulada «Perder la dignidad», «la deja en pie, la exhibe, le divide al peronismo». Tenembaum considera que la ex presidenta «liderará un sector de la oposición que será intransigente y agresivo» para Macri.

El núcleo duro del kirchnerismo es el que atendió ayer a sus demandas de dejar vacíos sus escaños pero ambas Cámaras se renuevan parcialmente cada dos años y hay cola para coparlo. Pagni, como la mayoría de los analistas, cree que «el PJ (Partido Justicialista) no desea seguir atado a una jefatura que lo condujo a la derrota».

A fin de cuentas, el fracaso de Daniel Scioli frente a Mauricio Macri en las elecciones la tiene a ella —sin querer queriendo, como diría el chavo del ocho— como madre de la derrota. El ex gobernador de Buenos Aires fue uno de los «desobedientes» que fueron a la investidura de Macri.

En ese grupo, significativo, se encuadran también el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey y sus cinco legisladores; el de La Rioja Luis Beder, el de Formosa Gildo Insfrán o la gobernadora de Tierra del Fuego, Rosana Bertone, entre otros.

Quizás la presencia que más llamó la atención fue la del ex vicegobernador «ultraK» Gabriel Mariotto y la del matrimonio Alperovich, el ex gobernador de Tucumán y senador y su esposa Beatriz Rojkés, que formaban parte —hasta hace 24 horas— del exclusivo reducto en el que, en apariencia, confiaba Cristina Fernández de Kirchner. Visto lo visto, los que antes eran incondicionales ahora piensan en su propio futuro. Y eso no es una buena noticia para la mujer a la que la Justicia y no el poder le pisa ahora los talones.

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