Una mujer con pasaporte chino, detenida tras colarse en la residencia de Florida de Trump

Tenía dos pasaportes chinos y cuando fue descubierta se le incautó una memoria portátil USB con software maligno

Residencia de Donald Trump en Florida AFP

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Cualquier que haya estado en las inmediaciones del presidente de EE.UU. conoce la seguridad férrea que le rodea : cordones policiales, detectores, listas cerradas de personas autorizadas… Por eso sorprende tanto el incidente del pasado fin de semana en Mar-a-Lago, la residencia privada de Donald Trump en la costa de Florida: una mujer que no estaba en la lista de miembros o invitados consiguió colarse en el complejo, pasar varios controles y llegar hasta la recepción . Tenía dos pasaportes chinos y cuando fue descubierta se le incautó una memoria portátil USB con software maligno.

El asunto ha reabierto el debate sobre la conveniencia de que Trump pase tanto tiempo en Mar-a-Lago , indiscutiblemente su lugar favorito en el mundo. El problema es que es, además de residencia de asueto de Trump, es un club de lujo con suites, restaurantes e instalaciones para su disfrute. Y, durante las visitas del presidente, el club sigue abierto, y sus miembros entran y salen, lo que supone un quebradero de cabeza para el servicio secreto.

El pasado fin de semana fue uno de los muchos en los que Trump deja la Casa Blanca y sus peleas cainitas para relajarse y sentir el agasajo de amigos, familia y socios. El sábado al mediodía, una mujer llegó al complejo y, como cualquier otro visitante, fue detenida en el cordón de seguridad antes de llegar al aparcamiento . Según una denuncia interpuesta por un agente del Servicio Secreto, la mujer, de aspecto asiático, se identificó con el apellido de Zhang. Dijo que iba a visitar la piscina y mostró dos pasaportes de China con su fotografía. Su nombre no estaba entre los socios o invitados del club, aunque sí había un socio con su apellido. La mujer parecía incapaz de responder en un inglés correcto si era hija del socio o si iba a Mar-a-Lago por un motivo específico. El agente, por una «posible barrera de lenguaje» , según la denuncia, creyó que podría ser la familiar del socio y la dejó pasar.

Zhang fue trasladada hasta la puerta de la recepción , pasó un control de metales y, entre decenas de agentes del Servicio Secreto, ingresó en Mar-a-Lago. Una recepcionista le preguntó cuál era el objeto de su visita y ahí empezaron las contradicciones: ya no mencionó darse un baño en la piscina; ante la insistencia de la empleada, aseguró que iba a asistir a un encuentro de la Asociación China y Americana de Naciones Unidas. La recepcionista sabía que no había tal evento, revisó la lista de invitados de ese día y no encontró a Zhang. Avisó a los agentes, pero Zhang insistió en el motivo de su visita y mostró un papel con grafías chinas que nadie pudo entender.

El agente le dijo que no podía estar allí, Zhang respondió con agresividad verbal y fue detenida. En el interrogatorio fue capaz de hablar inglés con soltura y explicó que un amigo chino -al que identificó como’Charles’- le instruyó para que viajara de Shanghai a Florida para asistir a ese evento y hablar con algún miembro de la familia de Trump sobre las relaciones económicas entre ambos países. Entre sus pertenencias, los agentes encontraron cuatro teléfonos móviles, un ordenador y una memoria USB que contenía software maligno.

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