Mozambique, el país donde una ciudad ha desaparecido

Beira quedó prácticamente destruida tras el paso del ciclón Idai el 14 de marzo. Sus habitantes se enfrentan ahora a un brote de cólera y al desafío de reconstruir sus vidas, que dificulta la pérdida del hospital de la urbe

La destrucción del barrio de Beira Praia Nova en una imagen tomada el 1 de abril AFP | Vídeo: Atlas
Silvia Nieto

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Situada en la costa del océano Índico, con medio millón de habitantes y una arquitectura ecléctica, resultado de la herencia portuguesa y de la impronta africana, Beira, en Mozambique, se convirtió en un gran lago hace un mes, cuando se abatió sobre ella el ciclón Idai . Como sucede a menudo, las consecuencias de este tipo de catástrofes no se limitan a la devastación del momento. Su destrucción no termina con el recuento de muertos o con las fotografías de casas convertidas en escombros, imágenes impresionantes de la violencia que la naturaleza puede alcanzar. Más de 1.000 personas , una cifra que no ha parado de crecer en las últimas semanas, han perdido la vida como consecuencia del ciclón, que también afectó a Zimbabue y Malaui. Los que han sobrevivido tienen que luchar ahora contra cólera, una enfermedad intestinal que se contrae con la ingesta de agua o alimentos contaminados y que puede resultar letal en horas. El Gobierno advirtió el 27 de marzo del estallido de un brote.

«Una vez que pasa la catástrofe humanitaria -explica el doctor Luis López , responsable de Cooperación del Servicio Canario de Salud (SCS), al otro lado del teléfono- aparecen las consecuencias de la falta de agua potable. Hay registrados 2.500 casos de cólera. También diarreas o fiebre tifoidea. La malaria va a aumentar en breve, porque es endémica en la zona. Además, los mosquitos se reproducen con el agua acumulada».

Hospital destruido

El doctor López (Teror, 1959) lleva años trabajando en un programa de formación de médicos mozambiqueños, impulsado por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), el Ministerio de Sanidad de Mozambique y la Agencia Española de Cooperación para el Desarrollo (Aecid). Hace unos días, Beira ofrecía un aspecto diferente al habitual. Un gran lago ocupaba el espacio donde un día se había extendido la ciudad, como mostraban las fotografías tomadas desde el aire. «La infraestructura del Hospital de Beira se mantuvo, pero el interior se inundó, incluido el material, los quirófanos y los medicamentos», detalla López. Los ciudadanos más vulnerables fueron los primeros en padecer los daños en el centro médico, que es uno de los más importantes del país. De su funcionamiento depende la salud de unas 500.000 personas: «Si había un niño con apendicitis que necesitaba ser operado, se moría. Si había una señora con un parto difícil, se moría», lamenta.

Desde la Organización Mundial de la Salud (OMS), Sarah Ann Cumberland , una de las encargadas de comunicación, confirma a ABC la magnitud del desastre señalada por el médico: «Después del ciclón, la gente sufrió heridas y traumas por la destrucción. Los fuertes vientos hicieron que los árboles se cayeran y los tejados se derrumbaran. Desde entonces, más de 120.000 personas han estado viviendo en asentamientos temporales masificados, con mal acceso a agua limpia y a sanidad». El agua ha comenzado a bajar, pero «llevará meses restaurar los servicios sanitarios en muchos lugares».

Sin cultivos

Mozambique mira al mar, y Beira, con un importante puerto, es una de las ciudades que crece en sus 2.470 kilómetros de costa. Los ríos que atraviesan su territorio cortan su paisaje «como las rodajas de un pastel», en palabras del historiador Maly Newitt en «A Short History of Mozambique» (Oxford University Press, 2017). El paso del ciclón Idai hizo que sus caudales se desbordaran, echando a perder el trabajo de los agricultores. «No hay cultivos. No hay comida. La provincia de Sofala, donde está Beira, es una de las mejores productoras de alimentos del país, porque tiene muchos ríos y las tierras son muy fértiles. Ahora, las zonas de cultivo están inundadas», cuenta un médico mozambiqueño que ha preferido mantener el anonimato y al que llamaremos Joao , nacido en la urbe en 1986.

«Primero hubo un huracán, que duró más o menos dos horas. A partir de la una de la madrugada empezó otro, y fue fatal. Reventó toda la ciudad: los locales públicos, las escuelas, los árboles. Todo», explica por teléfono el doctor, testigo de la tragedia. «Los padres subieron a los árboles a los niños y los ataron con cuerdas para evitar que cayeran. Existen poblaciones donde el gobierno tiene que ir con helicópteros porque son muy difíciles de alcanzar», añade.

«No se esperaba que sucediera algo de estas dimensiones -subraya el médico-. Mi padre, en cincuenta años, nunca había visto algo igual ».

Joao no es el único sorprendido por la fuerza destructora del ciclón sobre la ciudad. En declaraciones a la prensa, Graça Machel , viuda del que fuera primer presidente de Mozambique tras la independencia, dijo: «Me entristece decir que Beira va a pasar a la historia como la primera ciudad destruida por completo por el cambio climático . Mozambique va a necesitar ayuda internacional durante mucho tiempo». Lo cierto es que el Banco Mundial invirtió 120 millones de dólares para proteger las zonas más pobres de la urbe de catástrofes naturales de este tipo a partir de 2012.

Patrimonio dañado

Para comprender cómo es Beira, hay que conocer primero la huella que los portugueses dejaron en Mozambique. La ciudad recibió su nombre del título que ostentaban los herederos al trono luso -«príncipe de Beira»- en honor a Luis Felipe de Braganza . El infante portugués nació en 1887, el mismo año que una expedición militar alcanzó el enclave donde se construyó la futura ciudad, destinada a convertirse en la segunda más importante del país. Su economía, como explica el historiador George O. Ndege en «Culture and Costoms of Mozambique» (Greenwood Press, 2007), se basa en el turismo, la pesca, el procesado de alimentos y las manufacturas. Su concurrido puerto fue gravemente dañado tras el paso del ciclón, al igual que sus playas y sus monumentos, que describe el libro «Beira, patrimonio histórico», financiado por la Aecid.

«La ciudad tiene una parte antigua, una zona colonial donde vivían los portugueses, con edificios bonitos. También patrimonio "art déco", conservado regular. La zona de nueva construcción es de mala calidad , porque mucha gente está empezando a llegar del campo a la ciudad y hace sus cosas como puede. Los únicos edificios nuevos son los de los bancos», describe el doctor López. El médico Joao hace hincapié en el vínculo que une la ciudad con el mar: «Es la segunda capital de Mozambique. Tiene turismo, y un puerto que sirve para los países de alrededor».

Dicen que los buenos escritores son los que describen con perspicacia y acierto las emociones humanas, entre las que figura de manera nada desdeñable el dolor. El que fuera ganador del prestigioso Premio Camoes en 2013, Mia Couto , nació en Beira en 1955. Hace meses, anunció en la prensa su deseo de consagrar un libro a su ciudad: «Estoy reinventando ese lugar para que permanezca dentro de mí». Tras la tragedia, el periódico «Diário de Notícias» publicó su reacción: «Estoy casi tan destruido como mi ciudad. Es como si me hubiesen arrancado parte de la infancia ». Con la catástrofe del Idai, los vecinos de Beira no solo han visto cómo se perdían vidas humanas, edificios o cultivos, sino algo más privado: el paisaje de sus recuerdos.

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