La maldición de volar en Indonesia

Con el último accidente, un millar de personas han perecido en 40 siniestros aéreos en este caótico archipiélago en 20 años

La proliferación de aerolíneas de bajo coste no ha sido pareja a la formación de los pilotos ni a la mejora del mantenimiento y las infraestructuras

Los funcionarios de la Oficina de Investigación de Aviación y la Comisión Nacional de Seguridad del Transporte de Indonesia (KNKT, por sus siglas en inglés) inspeccionan los escombros recién recuperados del accidente del vuelo JT610 de Lion Air en el puerto de Tanjung Priok en Yakarta REUTERS
Pablo M. Díez

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Indonesia, el archipiélago catástrofe sacudido cada dos por tres por terremotos, tsunamis, volcanes y siniestros aéreos o naufragios, se enfrenta a una nueva tragedia. El accidente de un avión de la compañía Lion Air, que cayó al Mar de Java el pasado lunes con 189 ocupantes al poco de despegar, vuelve a revelar la peligrosidad de volar en Indonesia.

Con más de 17.500 islas y 260 millones de habitantes, este caótico país emergente es uno de los principales mercados para los fabricantes de aviones y las aerolíneas por su notable crecimiento económico, pero presenta también un largo historial de siniestros. Contando esta catástrofe, un millar de personas han perecido en 40 accidentes aéreos ocurridos en las dos últimas décadas en Indonesia, donde la proliferación de las compañías no ha sido pareja a la preparación de los pilotos y controladores ni a la modernización de sus infraestructuras aeroportuarias para garantizar la seguridad de los viajes. Peor aún es el descuidado mantenimiento de los aviones, a cargo de técnicos que a veces no están lo suficientemente preparados o no parecen tomarse demasiado en serio su trabajo, como ha comprobado este corresponsal en sus viajes por este relajado país.

De hecho, las sospechas sobre el mantenimiento se ciernen sobre el accidente del aparato de Lion Air, un Boeing 737 MAX 8 que había sido estrenado en agosto y solo tenía 800 horas de vuelo. Aunque la compañía ha reconocido que el avión sufrió un «problema técnico» el domingo, cuando hizo el trayecto entre la isla turística de Bali y Yakarta, asegura que había sido reparado y estaba en condiciones de volar. Pero se estrelló a los pocos minutos de despegar en el siguiente trayecto, entre Yakarta y la isla de Bangka, al este de Sumatra. Aunque el piloto no lanzó ninguna señal de alarma, sí pidió regresar al aeropuerto a los 13 minutos de haber despegado, lo que indica que tenía algún problema.

A la espera de que la caja negra ya localizada y las grabaciones de la cabina ayuden a revelar las causas del siniestro, los pasajeros que volaron el día anterior al accidente han contado los problemas que tuvo el aparato y el miedo que pasaron. «Entre tres y ocho minutos después de despegar, sentí que el avión perdía potencia y no podía elevarse. Eso ocurrió varias veces durante el vuelo. Era como una montaña rusa. Algunos pasajeros entraron en pánico y vomitaron», explicó a la cadena TVOne Alon Soetanto, informa France Presse.

Lion Air, en entredicho

Al día siguiente, y tras ser revisado por los técnicos, el avión volvió a despegar y a sufrir de inmediato los mismos ascensos y descensos irregulares. Así lo detectó Fligthradar24, un portal de internet que vigila el tráfico aéreo mundial en tiempo real y captó sus subidas y bajadas y su caída desde 1.479 metros en solo 21 segundos. Sin posibilidad de que los pilotos pudieran controlarlo, el aparato se desplomó a 70 metros por segundo.

A tenor de un diario de vuelo obtenido por la BBC, uno de los instrumentos del capitán no ofreció información correcta sobre la velocidad ni la altitud en el trayecto anterior al accidente, por lo que tuvo que ceder los mandos al copiloto. Sospechando una negligencia, el Ministerio de Transportes de Indonesia ha suspendido al director técnico de Lion Air y al ingeniero que revisó el avión tras ese vuelo y permitió que despegara al día siguiente.

Lo peor de todo es que no es el primer accidente mortal de Lion Air, una aerolínea de bajo coste que en menos de dos décadas ha conquistado el mercado indonesio por sus precios imbatibles. En 2004, uno de sus aviones se estrelló al aterrizar en la ciudad de Solo y fallecieron 25 de sus 163 ocupantes. Además de dicha tragedia, acumula más de media docena de percances, retrasos considerables y hasta detenciones de sus pilotos por tomar metanfetamina, una droga estimulante.

A los incidentes de esta compañía se suman los de las numerosas aerolíneas que han proliferado en Indonesia al amparo de su crecimiento económico. Por su mala fama, todas ellas tenían prohibido volar a Estados Unidos y la Unión Europea desde 2007, pero dicho veto ha sido levantado en los dos últimos años. Ahora, este nuevo accidente vuelve a cuestionar la seguridad aérea en Indonesia, donde parece que volar está maldito.

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