«Los kurdos promueven la igualdad, casi la mitad de su ejército son mujeres»

ABC habla con el joven español que se fue a combatir con el bando kurdo a Daesh hace ahora cinco años

Paco Arcadio, antes de su entrevista con ABC Isabel Permuy
Carlos Tristán González

Carlos Tristán González

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Hace dos semanas, Donald Trump ordenó retirar las tropas estadounidenses del norte de Siria , una decisión que no estuvo exenta de polémica por la fragilidad del equilibrio en la región. La primera consecuencia fue el avance de Turquía en la zona, donde mantiene un enfrentamiento histórico con el pueblo kurdo , aliado estadounidense en la lucha contra Daesh . La segunda fue la bocanada de aire que ha tomado la organización yihadista tras la fuga de varios centenares de sus presos de las cárceles kurdas. Este nuevo escenario es observado con preocupación desde Europa , que se mantiene expectante ante los movimientos en un tablero con multitud de actores con objetivos muy dispares.

Para conocer mejor a uno de ellos, ABC ha entrevistado a Paco Arcadio -nombre ficticio-, un joven que, a finales de 2014, con 20 años, se fue a Oriente Próximo a luchar con los kurdos contra Daesh. Permaneció en territorio sirio e iraquí durante seis meses y pudo vivir en sus propias carnes una de las grandes guerras de lo que va de siglo. Combatió en el MLKP , dentro del batallón internacional de las YPG . «Éramos unos 30 o 50 extranjeros. Había turcos, libaneses, españoles... Nos comunicábamos un poco en inglés, algo de turco y mediante signos. No podías tener conversaciones muy profundas, pero te hacías entender», recuerda ahora. Ya de vuelta en España, donde lleva una vida normal, comparte su visión de un conflicto que ha dado su enésimo giro de guion.

«Las cosas han cambiado mucho», reconoce. Nada más llegar a Siria, Arcadio recibió formación militar durante dos semanas, y tras esto, directo a la guerra: «Entonces solo se combatía a Daesh, aunque había una amenaza constante por parte de Turquía, Siria y los rebeldes, y una relación, digamos que no muy buena, con los peshmergas iraquíes. Yo veía la frontera y estaban los militares turcos, pero ahí nadie movía un pelo. Antes Turquía molestaba a los kurdos de manera indirecta, ayudando incluso a Daesh, pero ahora hay un enfrentamiento abierto», explica.

Durante su estancia en la guerra, pudo constatar la alianza con Estados Unidos: «Ellos no podían poner hombres sobre el terreno, así que ayudaban con asesoramiento, formación, suministros, armamento difícil de conseguir como munición antiblindaje, o con apoyo aéreo». Sin su ayuda, reconoce, los kurdos también podrían haber combatido a Daesh, pero el coste habría sido mucho mayor: «La ayuda se veía en el día a día con los drones . En el frente, los comandantes tenían un aparato con GPS en el que marcaban un punto que, casi inmediatamente, era bombardeado. Eso daba una ventaja brutal». Por ello, tras años de cooperación, la decisión de Trump le parece «una traición».

En su opinión, la mejor noticia hubiera sido que Estados Unidos hubiese seguido ejerciendo «de tapón» en la zona y que se abriese un diálogo sobre el futuro de los kurdos: «La gran diferencia con otras luchas en Oriente Próximo es que esta no pretende acabar con ninguna religión. Los kurdos hicieron una revolución social y cultural, promulgan la laicidad y solo quieren imponer unos mínimos, como no dejar que la sharia rija el código penal o civil, prohibir el burka u otorgar los mismos derechos a las mujeres. Las propias YPG han impulsando la integración entre distintos grupos de la zona».

Casi la mitad son mujeres

El ejército kurdo , pese a lo que se pueda llegar a creer, cuenta con una estructura similar a la del cuerpo de cualquier país. «Hay artificieros, infantería, una unidad de desarrollo y reparación, unidades de élite, etc. Se han tenido que renovar en sus tácticas porque en las montañas eran los mejores, pero llegaron a Siria y el panorama era muy diferente. Han pasado de poder estar a escasos metros de un cuartel turco y no ser detectados a que un yihadista les vea a varios kilómetros; de poder ir moviéndose a tener que quedarse en un sitio para proteger una ciudad; de desplazar los suministros en fardos cargados por personas casi indetectables a tener que proteger a convoyes». En la guerra, renovarse o morir no es un eslogan.

Entre sus filas, llama la atención el porcentaje de mujeres . «Los kurdos promueven la igualdad y las mujeres son prácticamente la mitad. En las YPG hay bastantes, pero luego están las YPJ , que es una rama exclusivamente femenina», explica Arcadio. Como en otros cuerpos militares, la edad también es un factor a tener en cuenta: «Los soldados teníamos entre 18 y 35 años, pero los mandos importantes eran mayores de 50, lo que no les impedía ir al frente. De hecho, en mi última operación allí murió el mando al pisar una mina cuando venía a vernos», recuerda. Esta es, según explica, una de sus virtudes: «Están muy comprometidos con sus ideales y no les importa morir por la causa».

Decisivos contra Daesh

Los kurdos son la minoría étnica sin Estado más grande del mundo y luchan desde el pasado siglo por tener una nación propia. Este sueño, sin embargo, se vio interrumpido por el recrudecimiento de la lucha contra el yihadismo , en la que han sido claves para decantar la balanza en detrimento de los terroristas. Un conflicto, en cambio, que no ha escrito su último capítulo: «La gente no es consciente de que Daesh está prácticamente derrotado, pero que las cárceles kurdas están repletas de yihadistas». Hace dos semanas se calcula que escaparon 750 presos yihadistas del complejo de Ain Isaa.

Detrás del frente hay otra historia: la de millones de kurdos que madrugan para ir al mercado o llevar a sus hijos al colegio; que tratan, en definitiva, de tener una vida normal. «Tienen estructuras de Estado, pero al haber una guerra, muchos lugares están militarizados. En Rojava hay pozos petrolíferos y se vive del sector primario, aunque es una zona que se está industrializando y cada vez cuenta con más fábricas», explica Arcadio.

Con Daesh al borde de la desaparición, los kurdos soñaban con poder asentarse «sin molestar a nadie». Lejos de ello, se han reabierto nuevos frentes y su futuro no es muy alentador. «Entre los kurdos hay mucha animadversión a Erdogan . Es una persona ultraconservadora, islamista, suní y con un odio tremendo hacia lo extranjero y Occidente. Lo peor ha sido que Trump los haya abandonado a su suerte, al último resquicio en Oriente Próximo que se niega a vivir bajo la tiranía de la ley islámica».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación