Instaladas barreras de hormigón en las aceras de tres puentes de Londres

En los atentados islamistas del 22 de marzo en el puente de Westminster y el pasado en el London Bridge se repitió un mismo patrón: los terroristas invadieron la acera con sus vehículos para tratar de arrollar al mayor número de peatones posibles. En Westminster murieron cuatro personas en el puente y en el ataque del sábado todavía no se ha aclarado cuántas de las siete víctimas fueron víctimas de la furgoneta o de los apuñalamientos consiguientes en la zona del Borough Market.

Tras el atentado del sábado surgieron quejas por la falta de protección de las aceras de los puentes. Esta mañana, tres de los más transitados de la ciudad, el de Westminster, que lleva al Parlamento, el de Waterloo y el de Lambeth han amanecido con sólidos muretes de hormigón y metal que separan las aceras de las calzadas.

Nickie Aiken, la dirigente del concejo de Westminster, cree que las barreras del puente deben convertirse en permanentes. «La gente de Westminster necesita esta medida de protección, que es sensata y proporcionada».

La medida es lógica, pero apena ver cómo los terroristas van obligando a cambiar el modo de vida de la ciudad y obligan a plantar unas antiestéticas barreras, nacidas para zonas de guerra, en uno de los puentes más emblemáticos de Londres, el que conduce al Big Ben y al Palacio del Parlamento. Por lo demás, dada la aleatoriedad de la violencia de los islamistas y que les sirve cualquier objetivo, es difícil evitar un nuevo atentado de este tipo, porque en Londres hay otros 31 puentes que continúan sin estas nuevas protecciones.