Por evitar males mayores

Otra vez habrá, salvo sorpresa de última hora, una Gran Coalición en el gobierno de Alemania

Hermann Tertsch

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Otra vez habrá, salvo sorpresa de última hora, una Gran Coalición en el gobierno de Alemania. Otra vez vuelve lo que, antes y después de las elecciones del 24 de septiembre, se descartó con rotundidad en los dos grandes partidos, el democristiano CDU/CSU y el socialdemócrata SPD. Es difícil recordar una alianza más forzada y desde un principio menos apetecida, menos ilusionante, menos prometedora. Se unen los que no se quieren unir, porque no hay más remedio, con unos líderes cuyas carreras agonizan -Angela Merkel, Martin Schulz- y bajo el lema con el que titulaba ayer tarde el diario «Sueddeutsche Zeitung»: «Todo lo demás sería peor».

En realidad, todo está dominado por un partido ausente de estas negociaciones como de las anteriores. La Gran Coalición, su programa inicial -sin subida de impuestos y con topes a la inmigración-, la angustia por lograr un acuerdo sin aliciente alguno y el miedo cerval a unas elecciones, todo se debe a la radical novedad que produjeron las elecciones de septiembre: la irrupción en el Bundestag con 93 escaños del partido derechista «Alternative für Deutschland» (AfD). Su triunfal entrada al parlamento con el voto de la derecha abandonado por Merkel ha cambiado radicalmente todo. Demonizada y tachada de ultraderechista por todos los demás, la AfD ha roto el consenso alemán cuya máxima expresión es la gran coalición. Su existencia disuadía de la gran coalición porque con ella la AfD es la principal fuerza de la oposición en el Bundestag. Pero también obligaba a la gran coalición porque se teme que en nuevas elecciones el AfD siga creciendo.

Merkel había intentado formar un gobierno con los Liberales (FDP) y los Verdes. Aquel intento con dos partidos antitéticos fracasó estrepitosamente. Después solo quedaban dos opciones, la gran coalición o nuevas elecciones. El pánico a la segunda obligaba a la primera. Su principal, quizás única virtud, será acabar con el gobierno en funciones y transmitir en Europa la sensación de que se desatasca la crisis alemana. Pero no se sabe hasta qué punto. Ni hasta cuándo.

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