Mikel Ayestaran, preparando una crónica desde Alepo
Mikel Ayestaran, preparando una crónica desde Alepo - ABC

Cartas desde Alepo

El periodista de ABC Mikel Ayestaran escribe desde la ciudad siria tras su caída en manos del ejército de Al Assad

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17/12/2016 La batalla por sobrevivir

La evacuación de Alepo no tiene marcha atrás. Tardará más o menos, pero hay un bando que ha ganado militarmente y otro que ha arrojado la toalla por aplastamiento. Final de la batalla a tiros y bombas, inicio de la batalla por sobrevivir.

Más de la mitad de la ciudad es puro escombro. En zonas como Ashaar ves a familias enteras que caminan sin rumbo. Se acercan al periodista pensando que es un extranjero que pertenece a alguna agencia de ayuda humanitaria y se sinceran. «Estamos helados», «tenemos hambre», «necesitamos un techo»… lo han perdido todo. Todo.

Yo siempre les miro a los ojos, pero no puedo aguantar esa mirada mucho tiempo. Después miro los zapatos.

El calzado habla, te revela detalles de tu interlocutor en estas situaciones. Muchas veces son sandalias de cuero medio rotas con las que caminan por los escombros con el termómetro por debajo de los cero grados. Te ven tomar notas de sus palabras, te permiten hacerles fotos o entrevistas ante la cámara, pero pronto se dan cuenta de que esa información no les va a aportar unas mantas, ayuda alimentaria o un lugar donde cobijarse. «¿Me va a servir de algo esta entrevista?», es una de las preguntas que más temo, porque conozco la respuesta. Vamos, vemos y contamos, pero luego es usted quien tiene la última palabra en tragedias como la de Alepo, donde los protagonistas de las historias que lee, los supervivientes de cuatro años de guerra, mueren de frío y hambre.

16/12/2016 Alepo quiere vivir

El momento que más me gusta cubrir en una guerra es el momento del alto el fuego. Son instantes mágicos en los que se pasa del negro al blanco, sin matices. De la muerte a la esperanza de vida. Con 24 horas de retraso según lo pactado y tras un día y una noche de terribles bombardeos, el silencio se hizo en el cielo de Alepo y ya está en marcha la evacuación de civiles y combatientes de los barrios del este de la capital. A un lado claman victoria, en el otro hay silencio y reproches a Occidente, el Golfo y Turquía por el abandono sufrido en el campo de batalla.

En medio de supuestos vencedores y vencidos, a miles de kilómetros de los despachos de Moscú, Teherán, Riad, Ankara o Washington, donde se toman las grandes decisiones de la guerra siria, miles de alepinos quieren vivir. Regresar a sus casas, ponerse manos a la obra en la reconstrucción, llevar a sus hijos a la escuela, casarse, salir a pasear los viernes por los parques, ir a un restaurante… recuperar la vida que la guerra les ha robado en los últimos cuatro años en los que la ciudad ha estado partida en dos y que ha sembrado de muerte y destrucción sus calles. El primer paso para la vuelta de la vida es que las armas callen y en Alepo, después de mucho tiempo, callaron durante la primera jornada de evacuación. Ojalá callen para siempre. Inshalá (Si Dios quiere)

15/12/2016 El lenguaje de la batalla

Acaba de caer un proyectil de mortero a pocos metros de la entrada del hotel. Soy el único que se encoge de hombros, y miro a todos lados para saber dónde ha caído. Los alepinos que me rodean ni se inmutan, siguen a lo suyo. Una segunda granada impacta algo más lejos poco después; esta vez no me muevo. Después de cuatro años de guerra los ciudadanos se han acostumbrado a los distintos sonidos de la batalla. Aunque el idioma de la guerra es internacional, se habla de diferente manera en Irak, Afganistán, el Líbano, Libia, Gaza o Siria, algunos de los conflictos que he tenido el privilegio de cubrir. Los "reporteros de guerra" vamos de un país a otro y, en general, somos capaces de interpretar ese lenguaje macabro de bombardeos, tiroteos, puestos de control y demás malas hierbas, pero no hay dos conflictos iguales y cada vez que cambias tienes que adaptarte.

El mes pasado estuve en la ofensiva de Mosul, ahora en Alepo. Registros diferentes: el primero, una operación en zonas rurales hacia la capital yihadista; el segundo es puro combate urbano. Alepo impone, uno se empequeñece cuando recorre los barrios orientales convertidos en pasaje del horror por efecto de los bombardeos. Esqueletos y más esqueletos de edificios en los que hasta hace nada había vida. Luego, cruzas al lado gubernamental y todo parece normal en comparación con lo que dejas detrás, pero la gente también sufre su dosis de guerra en forma de lluvia de cohetes y granadas, falta de electricidad y agua… Hay para todos y para tiempo porque cuando callen las armas será hora de curar las heridas abiertas por la guerra. Cuanto antes callen, antes se sanarán.

14/12/2016 Acaba la batalla, sigue la guerra

Alepo es una ciudad rota, partida en dos tras sufrir en sus calles toda la intensidad del conflicto de Siria durante los últimos cuatro años. El anuncio del acuerdo entre los opositores y Rusia para la salida de civiles y combatientes significa que el Gobierno del presidente Bashar al Assad retoma el control de toda la ciudad, pero la herida es demasiado profunda. Es momento para la cautela, pero en las primeras horas tras hacerse público el acuerdo se silenciaron las armas.

Después de una jornada de duros combates, como las últimas cuatro semanas, y que discurrió bajo las explosiones constantes de la artillería, solo el ronroneo de los grupos electrógenos rompía la noche en Alepo después de que rusos, turcos y sirios, del Gobierno y la oposición, anunciaran el pacto. Es el momento único que separa la muerte de la vida, ese instante en el que la población toma aire y cruza los dedos para que esta vez sea la definitiva y la guerra se aleje de las calles.

En Alepo, como en el resto del país, se han cruzado todas las líneas rojas, y los civiles son las grandes víctimas. Con el alto el fuego, tras invertir mucho tiempo y dinero, las zonas arrasadas por los combates podrán volver a ser habitables algún día. Lo que será más complicado es volver a tejer la confianza entre las etnias y sectas que durante siglos convivieron en este lugar histórico. En Alepo, las potencias mundiales y regionales han dirimido sus diferencias a bombazos y han reventado esta convivencia. Acaba la batalla, pero la guerra sigue.

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