Carmen de Carlos - EN EJE

Secretos

Las 40 maletas de Alí Nicolás y sus ladrones terminan, gracias al genio de Ábalos, en destino desconocido

Nicolás Maduro, con Delcy Rodríguez en enero de 2019 AFP

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Perdió la decencia hace tiempo pero no le importa. –Si no hablo del problema, no existe, se dice a sí mismo todas las mañanas. Le sorprende que, a la hora de la tostada, al leer los diarios (titulares) del otro lado del charco (de La Moncloa), identifica parte de su reflejo en el rostro del que dice ser su «amigo». Piensa (poco) y pasa página.

–De eso, no se habla o ya he dicho todo lo que tenía que decir de Venezuela. El mantra se extiende entre ministras sin capacidad de comunicar y otras con experiencia en patinar sobre terrenos que, para profesionales, nunca fueron resbaladizos. Una, la número 2, nuestra Carmen (Calvo), a la que el asiento se le caliente más de lo esperado por los torpedos de otros, dice que «Venezuela no le importa a nadie». Los «organismos de derechos humanos», que confunden sus banderas ideológicas con el imperativo de la defensa de las víctimas, se fuman un puro (cubano) y sonríen por toda reacción. Mientras, Maduro se burla de los «secretos» de España y al resto, se nos saltan las lágrimas.

El «Gobierno» de Juan Guaidó no se enfada cuando «el doctor presidente», del PSOE y del reino, se refiere a su héroe como al líder de la oposición (aunque le reconociera como jefe del Estado hace un año). La ministra Arancha González Laya (también muy nuestra), lo explica con algo parecido a un «fake» de Mario Moreno (Cantinflas): es eso y lo contrario también. Y el chapulín colorado peninsular, el que hace de vicepresidente con coleta, no se atraganta y se monda de risa. Total, no pasa nada, no hay consecuencias. Entonces, llega lo otro, peor si cabe. Antonio Ecarri, el embajador del presidente que no es, pero es, y a la vez es líder de la oposición, va y dice que sí, que el jefe es las dos cosas. Sánchez puede dormir tranquilo, los españoles menos. Y la abuela, mete el pie en el brasero de la camilla y se resigna, que sea lo que Dios quiera.

Mientras tanto, Delcy Eloina, la sardina que es un tiburón, se rasca las escamas. Las 40 maletas de Alí Nicolás y sus ladrones, terminan, gracias al genio de Ábalos, volando a destino (real) desconocido. Eso sí que es un secreto. Lo que hubo dentro y, en el fondo, lo que hay fuera.

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