El primer ministro británico, David Cameron ofrece una rueda de prensa en las puertas del 10 de Downing Street, Londres
El primer ministro británico, David Cameron ofrece una rueda de prensa en las puertas del 10 de Downing Street, Londres - EFE

Cameron sufre a pie de urna: «Nadie sabe qué pasará el jueves»

Khan y la tory escocesa Ruth Davidson logran frenar a Boris Johnson en el debate estelar en Wembley

Corresponsal en Londres Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Imaginen un país donde la cúpula de todos los partidos, la banca y los empresarios de peso apoyan el mismo punto de vista en un referéndum. Además, cuentan con el respaldo de Obama, el FMI, Alemania, Francia y figuras del nivel de Bill Gates, que incluso insinúa que podría llevarse mil millones de dólares. Mil empresarios de peso han enviado una carta a «The Times» por la permanencia. Hasta emergieron apoyos curiosos de última hora para el «In», como Beckham y el especulador George Soros, que precisamente se hizo multimillonario apostando contra la libra en 1992. ¿Es posible que semejante exhibición de poderío del establisment sea derrotado en las urnas?

«El resultado está muy cerrado. Nadie sabe lo que va a ocurrir».

Es una frase que repiten los analistas británicos. El problema es que el último que la ha dicho ha sido el padre del enredo, David Cameron, en una entrevista ya casi a pie de urna en el «Financial Times». Las encuestas no acaban de despejar la situación. En el compendio de sondeos del referente de la prensa económica, Leave gana por un punto (44-45). El resumen de las últimas seis encuestas del «Telegraph» marcha un empate exacto, 50-50. Solo el mercado del juego conforta a Remain: 74,5% de posibilidades.

¿Por qué no logra demarrar el establishment? Porque los ingleses históricamente se han sentido diferentes en su «espléndido aislamiento», porque al final la UE se ha ido amoldando a la horma de la poderosa Alemania (su sangriento enemigo de hace solo setenta años, no se olvide) y porque Leave ha apelado con éxito a los instintos básicos: el rechazo a los extranjeros y el nacionalismo más patriotero. «Queremos que nos devuelvan nuestro país», repetía una abuela ayer en la cola para entrar al debate de Wembley, repitiendo la salmodia de Boris y Gove.

La inmigración inflama la campaña. Cameron prometió en su programa bajarla a cien mil inmigrantes al año. Pero en el último cómputo anual han sido 330.000, más del triple.

La cifra de paro ha caído al 5% y los inmigrantes de la UE, que son menos que los que llegan del resto del mundo, suponen solo el 2,5% de las ayudas públicas por empleo y pensiones. Pero nadie repara en esos datos. El público se apasiona cuando llega el gran tema, el «aluvión de extranjeros». Es el talón de Aquiles de Cameron y ayer Leave le pegó duro. Steve Hilton, su director de estrategia hasta 2012 y el padrino de su malogrado hijo Iván, hace ahora campaña por el Brexit y ha revelado que altos funcionarios informaron a Cameron de que la cifra de cien mil era imposible de cumplir en la UE.

Un golpe grave, pues está acusando a su antiguo amigo de engañar a sabiendas a la opinión pública. Michael Gove, ministro de Justicia, que ofrece mítines junto a Hilton, ha hecho unas declaraciones santurronas diciendo que «no dudo de la buena fe del primer ministro cuando hizo su promesa». Tampoco duda nadie que el taimado Gove ha animado a Hilton a lanzar la piedra. El ministro de Justicia derrapó ayer al comparar a los expertos de Remain que alertan de los riesgos del Brexit “con los nazis que difamaban los experimentos de Einstein en los años treinta”. Así está el debate.

Muy presionado, al mediodía Cameron hizo apelación dramática, pidiendo el voto con un atril frente a la puerta del Número 10, liturgia que se reserva a ocasiones muy señaladas. Recordó que la decisión será «irreversible». Se dirigió a los votantes adultos, los más proclives al Brexit, y les advirtió que pueden comprometer «los sueños y esperanzas de sus hijos y nietos». Acto seguido, recurrió incluso a una entrevista al diario laborista «The Guardian», donde cargó contra Boris Johnson y Gove, porque con hincapié contra la inmigración «fomentan una Gran Bretaña insular, estrecha e introspectiva» y espolean la intolerancia.

La inmigración volvió a aparecer por la noche en una de las citas más esperadas, el debate en vivo en la BBC desde Wembley ante 6.000 espectadores, que enfrentó a dos equipos de tres contendientes, capitaneados por Boris Johnson y Sadiq Khan, su sucesor laborista -y musulmán- en la alcaldía de Londres. El patricio brexiter, formado en Eton y Oxford, contra el hijo de un conductor de autobuses paquistaní, que compartió litera hasta los 23 años en un piso de protección oficial. La vieja y la nueva Inglaterra cara a cara. ¿Quién se impuso? Tablas tal vez, con menos puntos de los esperados para un político tan popular como Boris, que lucía corbata roja y su estudiadísimo despeinado. Johnson insistió en su eslogan nacionalista de «tenemos que retomar el control de este país» y pregonó que «la UE es una máquina de destruir empleo». También exigió controlar la inmigración, aunque diciendo previamente que regulada le parece bien.

El problema de Johnson es que se encontró rivales correosos. Ruth Davidson, la joven y robusta líder conservadora escocesa, le apretó preguntándose por sus soluciones alternativas a la UE: «¿Cuál es tu plan, Boris? Dinos cuál es tu plan», repitió hasta cinco veces. Johnson no acertó a replicar. Ella fue tal vez la sorpresa de la noche.

En el capítulo de la inmigración, el más delicado para Remain, Khan se defendió con un inesperado contraataque: «Turquía no va a entrar en la UE, Boris, estás mintiendo a la gente. Te deberías avergonzar».

El público repartió aplausos entre ambos bandos y no parece que el debate vaya a decantar la historia de este apasionante referéndum, en el que nunca falta un nuevo lío. El «Telegraph» asegura que la Reina preguntó en una cena: «¿Me pueden decir tres razones por las que es buena la UE?». Palacio ni confirma ni desmiente, pero recuerda que una pregunta no es una afirmación.

Ver los comentarios