Angela Merkel y su ministro de Exteriores Sigmar Gabriel guardan un minuto de silencio en memoria de Helmut Kohl en el Bundestag
Angela Merkel y su ministro de Exteriores Sigmar Gabriel guardan un minuto de silencio en memoria de Helmut Kohl en el Bundestag - AFP

El Bundestag rinde homenaje a Helmut Kohl

El próximo 1 de julio está prevista una ceremonia solemne en el Parlamento Europeo de Estrasburgo para honrar al político alemán

Corresponsal en Berlín Actualizado: Guardar
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El parlamento alemán, declarado en rebeldía ante la viuda de Helmut Kohl, ha celebrado esta mañana un acto de Estado en homenaje del «Canciller de la Unidad» y «Ciudadano europeo de honor», en el que el pleno del Bundestag ha mostrado sus respetos por la figura histórica de Kohl y por su trabajo político, «sin el cual ni Alemania ni Europa serían lo que hoy conocemos». El presidente del Bundestag, Norbert Lammert, ha destacado que Kohl fue el último de la generación política de postguerra, «que entendía la cuestión de Europa como una cuestión de guerra o paz y cuyo concepto es necesario dejar en herencia a las generaciones de europeos más jóvenes». En su discurso, han abundado las alabanzas a la «ingente voluntad política» de Kohl y a su gran visión.

«Él mismo consideraba y nos recordaba con frecuencia que un político sin una utopía es el más pobre de los hombres», ha dicho Lammert, que ha defendido la celebración de este homenaje argumentando que «con todos los respetos, el reconocimiento a la figura de Helmut Kohl no puede estar sujeto a asuntos familiares y este lugar y este formato es perfectamente apropiado para alguien cuyo grupo parlamentario era su familia y cuyo despacho era su hogar».

Lammert se estaba refiriendo con esa alusión a los impedimentos que la viuda de Kohl ha intentado poner a la celebración de un funeral de Estado en Alemania. Cuatro años después del suicidio de su primera esposa, Hannelore, con la que llevaba casado desde 1960 y a la que los alemanes adoraban, y pocos meses después de sufrir un accidente doméstico que dejó al ex canciller postrado en una silla de ruedas y sin capacidad para el habla, Kohl contrajo matrimonio en 2008 con Maike Reicher, 34 años más joven que él y que desde entonces ha administrado la agenda, el patrimonio y la herencia política e intelectual del gran político alemán. Su celo por monopolizar el control sobre la figura histórica ha propiciado imágenes tan lamentables como la del hijo mayor de Kohl, llamando a la puerta de la casa en la que su padre estaba todavía de cuerpo presente y sin que nadie le abriese la puerta.

En la organización de las exequias, Maike Kohl-Richter se ha negado a que su marido sea enterrado en la cripta familiar, junto a sus padres y su primera esposa, y también ha rechazado que Alemania celebre un funeral de Estado. Pretendía además que solamente invitados extranjeros pudiesen pronunciar un discurso durante la ceremonia europea solemne prevista el 1 de julio en el Parlamento Europeo de Estrasburgo, en Francia, por lo que el pleno del Parlamento ha tomado la iniciativa y ha organizado por su cuenta un acto en el que han participado todos los grupos parlamentarios.

«Tener a Kohl entre nosotros ha sido un hecho afortunado para los alemanes y para los europeos», ha insistido Lammert, recordando que sigue vigente la promesa que Helmut Kohl hizo en su día: «nunca más guerra en suelo alemán», arrancando un aplauso generalizado desde todas las bancadas.

Tras el eco de esos aplausos, permanece un gran signo de interrogación sobre la monumental herencia documental e histórica del ex canciller alemán. La señora Kohl lleva una década negando sistemáticamente el acceso a periodistas e historiadores a las cartas, diarios, y registros de agenda de quien fuera canciller alemán desde 1982 hasta 1998, años clave de la reunificación de Alemania y de la construcción europea y nacimiento del euro. Su biógrafo Heribert Schwan, que logró burlar la custodia de su esposa y posee 630 horas de grabaciones de conversaciones con Kohl, planea una publicación en 2020, cuando ciertos permisos legales no sean ya necesarios, mientras que muchos políticos e historiadores alemanes lamentan que la viuda se niegue en redondo a ceder todo ese material a una Fundación Helmut Kohl que el Estado alemán apoyaría gustosamente.

Aparte de los réditos económicos que la ya viuda viene obteniendo con publicaciones parciales de las memorias de Helmut Kohl, su rechazo a permitir que sea el Estado alemán el que gestione ese patrimonio histórico está basado en la defenestración pública que sufrió el ex canciller alemán, que hubo de dimitir en 1999, obligado a reconocer que había recibido donaciones no declaradas por valor de 2 millones de marcos entre 1993 y 1998, con los que engrasó el camino de la CDU en los länder orientales. Kohl no se metió ni un solo marco en su propio bolsillo, pero había incurrido en un caso de financiación ilegal de su partido y se negó a desvelar la identidad de los donantes ante los tribunales, por lo que incluso sus delfines, Angela Merkel y Wolfgang Schäuble, llegaron a repudiarlo. Durante el homenaje en el parlamento, Lammert se ha referido veladamente a esos hechos, limitándose a recordad que «sus errores, él mismo los reconoció en vida».

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