El apoyo a Macron se hunde mientras crece el pesimismo de los franceses por el coronavirus

El respaldo a la gestión presidente cae 18 puntos, y solo un 36% aprueba ahora su gestión de la crisis

Emmanuel Macron, durante la visita a un hospital de campaña en Mulhouse AFP

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La cota personal de Emmanuel Macron se hunde cuando crece el pesimismo dramático de los franceses.

Entre el 19 y el 20 de marzo, el 54% de los franceses tenían una opinión positiva de la gestión presidencial y gubernamental de la crisis del coronavirus , frente a un 41% que la veía negativa. Una semana más tarde, entre el 26 y el 27, solo un 36% aprueba la gestión de la pandemia, frente a un 59% de los franceses que tiene una opinión negativa, según el último sondeo del diario online «HuffPost», que tiene una reputación de independencia.

Se trata de una caída de caída de 18 puntos en apenas siete días, cuando la epidemia ha comenzado a crecer, al mismo tiempo que las críticas contra la gestión gubernamental: autorizando la primera vuelta de las elecciones municipales del día 8 de este mismo mes de marzo; dejando al descubierto enfrentamientos soterrados en el equipo gubernamental; multiplicando las acciones y declaraciones contradictorias…

El hundimiento relativo de la cota personal de Macron coincide con un crecimiento espectacular del pesimismo nacional. Según varios sondeos, entre el 65 y el 68% de los franceses dicen tener miedo de ser víctimas de la infección.

Aprobación mayoritaria al confinamiento

El confinamiento y el resto de las medidas sanitarias impuestas por decreto y aprobación parlamentaria de urgencia son aprobadas por un 73% de los franceses, inquietos, sin embargo, en apariencia, por una comunicación gubernamental permanente, que no siempre está acompañada de acciones acorde con las declaraciones.

Cuando el presidente francés anuncia en su propia cuenta Twitter una «inmediata» acción «coordinada» con Donald Trump, los franceses descubren, más tarde, que el presidente de los EE.UU. anuncia, en solitario, grandes medidas puramente nacionales.

Cuando se presenta como «intermediario» entre Roma y Berlín, en la crisis de los «coronabonos» , descubren, días más tarde, que los hospitales alemanes están recibiendo a un número creciente de franceses contaminados en las fronteras franco alemanas y franco luxemburguesas.

Cuando el Gobierno comienza por desautorizar algunos productos farmaceuticos, para autorizarlos, días más tarde, la opinión pública percibe con inquietud tales acciones, contradictorias, en apariencia.

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