Sudán del Sur busca a la desesperada poner fin a 20 meses de combates

El presidente estadounidense, Barack Obama, advertía durante su reciente gira africana que adoptará medidas de «presión» si Gobierno y rebeldes no llegan a un acuerdo de paz antes del 17 de agosto

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A 450 dólares la noche a gastos pagados, nadie parecía tener prisa. En enero de 2014, mediadores del Gobierno de Sudán del Sur y las fuerzas rebeldes se sentaban en la mesa de negociaciones del hotel Sheraton de la capital de Etiopía, Addis Ababa, para poner fin al conflicto que sacudía el país en el último mes. Entre excesos de gasto (el grupo negociador tuvo que trasladarse, incluso, a la discoteca del alojamiento, conocida como Gaslight, después de que otra delegación hubiera ya reservado la principal sede de reuniones) el desconcierto se dilató por días. No hubo ni un solo acuerdo final.

Ahora, más de un año y medio después, los mismos actores diplomáticos regresan a la capital etíope en busca de soluciones a más de 20 meses de combates. Por el camino, miles de muertos.

Que nadie espere milagros. El propio jefe negociador de los estados integrados en la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD) que trata de estabilizar la zona, Seyoum Mesfin, reconoce que una solución perfecta para el conflicto es «imposible» de lograr.

El origen de la última ola de violencia en Sudán del Sur se remonta a finales de 2013, cuando el actual presidente, Salva Kiir, de la etnia dinka, acusó a su histórico rival político, el exvicepresidente Riek Machar, de la etnia nuer, de planear la toma del poder por la fuerza, lo que degeneró en enfrentamientos armados en amplias regiones del país.

En vista del incremento de las hostilidades, el presidente estadounidense, Barack Obama, advertía durante su reciente gira africana que adoptará medidas de «presión» (sanciones) si el Ejecutivo y los rebeldes no llegan a un acuerdo de paz antes del 17 de agosto.

Propuesta de Gobierno

De momento, el IGAD ya ha presentado una propuesta que implica la creación de un Gobierno de unidad (donde Machar actuaría de vicepresidente) de 30 meses de duración. Concluido ese plazo, se celebrarían elecciones con la posibilidad de que ambos políticos presentaran su candidatura.

Sin embargo, el propio grupo mediador de Kiir ya ha mostrado su negativa a algunas propuestas, como el plazo de 18 meses para integrar las fuerzas armadas (apelan a solo seis meses, para esquilmar las fuerzas de su rival). En este sentido, la ONU calcula que, sólo en el último año, los grupos armados de Sudán del Sur han reclutado a 12.000 menores de edad.

«Ésta es sola una lucha por el poder», recordaba recientemente a ABC el líder opositor Lam Akol, quien ahora lamenta que estas conversaciones de paz no sean inclusivas con todos los grupos. «Kiir y Machar son culpables de la actual crisis, así como la vieja cúpula que se sublevó (…) Estamos en el filo (del abismo). Si esta guerra continúa por uno o dos años más, será un desastre», añadía el ahora líder de la oposición política, y quien acusa a ambos líderes de buscar apoyo del norte para continuar su guerra interna.

Mientras, en un conflicto excusado en la etnia, pero cimentado en la economía, el grupo negociador regresa a su hotel. Tras 20 meses de combates, aún tienen tiempo de «disfrutar» hasta el próximo día 17.

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