Ignazio Marino, alcalde de Roma
Ignazio Marino, alcalde de Roma - efe

El deterioro de Roma preocupa al Gobierno de Renzi

La mala imagen se extiende a pocos meses del inicio del Jubileo. Iniciativa del actor Gassmann: «Basta, limpiemos nosotros»

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Roma a la deriva. Esta es la imagen que hoy perciben los romanos de su ciudad, donde los transportes públicos no funcionan, la suciedad se extiende incluso en los barrios más turísticos, desde el Coliseo a Trastévere, y la corrupción domina en muchos sectores como se ha demostrado con la operación denominada «Mafia Capital», con la detención recientemente de decenas de personas, incluyendo políticos de derecha e izquierda. Esta es la imagen que el diario «The New York Times» ha dado de la Ciudad Eterna en una larga crónica en su primera página. Se refleja una ciudad en el caos, y se dan juicios muy duros sobre alcalde, el médico Ignazio Marino (Partido Democrático), honesto pero incompetente para gestionar una ciudad compleja como Roma.

El periódico ha abierto incluso una sección para publicar las imágenes que envíen sus lectores sobre ese deterioro. El diario «La Repubblica» ha copiado la iniciativa entre sus lectores, recibiendo cientos de fotos que son como una triste y deprimente postal de la que, sin duda, está considerada como la capital más bella del mundo: botellas, basuras, jardines abandonados a la incuria, calles y aceras en penoso. La situación ha llegado a tal extremo que el actor Alessandro Gassmann ha lanzado en Twitter una provocadora iniciativa, que se ha convertido en viral: «Roma soy yo. Hay que armarse de escoba y recogedor para la basura, y limpiar cada uno su propio ángulo de la ciudad».

Son ya varios los ultimátum que el primer ministro Matteo Renzi ha dado al alcalde: «O gobierna, o se va a su casa», ha advertido Renzi. Es verdad que Ignazio Marino se ve desbordado con los problemas de la ciudad, pero no todos son de su responsabilidad, sino que algunos los ha heredado y con él han empeorado. Por ejemplo, el servicio de autobuses de Roma es un desastre: La empresa municipal (Atac) cuenta con más de12.000 trabajadores, de los cuales 6.500 son conductores, registrando 1.400 ausencias (casi el 12 % diarias); el 40 por 100 de los pasajeros no paga el billete; y desde el 2006 hasta hoy ha acumulado pérdidas de 1.200 millones de euros. En los últimos días se han acentuado las quejas de los romanos por la deficiencia de los autobuses, que nunca llegan en horario, mientras el metro reducía también su servicio por huelga de los trabajadores.

Al gobierno de Mateo Renzi le preocupa sobremanera el caos de Roma y la imagen que se está dando al mundo, teniendo en cuenta además que el 8 de diciembre comienza el Jubileo y se esperan más de 30 millones de fieles en la Ciudad Eterna.

A la mala imagen de Roma se ha añadido también la de Pompeya: sus trabajadores hicieron, de forma inesperada, una huelga de varias horas el viernes, dejando en cola a miles de turistas, que tuvieron que soportar un calor africano. Al mismo tiempo, y en coincidencia con estos días de alta temporada turística, en Alitalia se registraba una jornada de huelga. Dos casos que Matteo Renzi ha considerado escandalosos, atacando a los sindicatos con cierta irritación: «Nadie pone en duda los derechos, pero sirve sentido común. Si esto continúa así, tendremos que defenderlos de sí mismos».

Ver los comentarios