Independentismos: un fenómeno global
El presidente de la Generalitat, Artur Mas - efe

Independentismos: un fenómeno global

De China a Papúa Nueva Guinea, los estados afrontan cada vez más movimientos secesionistas, popularizados por redes sociales

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De China a Papúa Nueva Guinea, los estados afrontan cada vez más movimientos secesionistas, popularizados por redes sociales

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  1. Diferentes orígenes

    El presidente de la Generalitat, Artur Mas
    El presidente de la Generalitat, Artur Mas - efe

    El pasado 1 de julio, el presidente de la Generalitat, Artur Mas, intentó reunirse en Bruselas a solas con el viceprimer ministro y ministro belga de Economía y Empleo, Kris Peeters, sin avisar a la embajada de España. El embajador español en ese país, Ignacio Matellanes se presentó en la reunión al enterarse de los planes de Mas, exigiendo estar presente.

    Este último incidente es uno más en la serie de desafíos (algunos rozando la ilegalidad) al gobierno central que se han incrementado desde que el ejecutivo regional independentista de Mas accedió al poder. Sin embargo, España no es el único país con un problema secesionista en su territorio.

    No existe una serie de características comunes en los movimientos independentistas alrededor del mundo. Según Ryan Griffiths, catedrático de la Universidad de Sidney y experto en movimientos secesionistas, «puede que hablen o no un idioma o dialecto diferente, puede que profesen la misma religión o puede que sientan que tienen una cultura diferente. Lo único en lo que siempre coinciden es en el deseo de independencia del estado al que pertenecen».

    A pesar de sus diferentes características, Griffiths divide en cuatro tipos diferentes a los movimientos secesionistas activos en el mundo hoy en día. «Los procesos ‘muy democratizados’ en países desarrollados; luego están aquellos generados en un ambiente violento, en países en vías de desarrollo. También existen los suprimidos por los gobiernos y por último, los pequeños intentos independentistas a los que sus gobiernos no prestan atención».

  2. Escocia, Reino Unido

    El ex presidente de Escocia, Alex Salmond
    El ex presidente de Escocia, Alex Salmond - efe

    El movimiento independentista ha perdido intensidad desde el referéndum celebrado el pasado 18 de septiembre, en el que el 55,3% de los escoceses votaron a favor de seguir dentro del Reino Unido. Fue una victoria para el gobierno de Cameron, que salió reforzado de la consulta popular. Alex Salmond, el líder del Partido Nacional Escocés (SNP con sus siglas en inglés) y Ministro Principal de Escocia dimitió tras hacerse públicos los resultados.

    La nueva líder del SNP y cabeza del gobierno escocés, Nicola Sturgeon, aboga en la web del partido por «mejorar junto y no competir con el gobierno de Londres», un ejemplo de la nueva línea menos independentista y más colaboracionista iniciada desde Edimburgo. Gracias a una campaña en redes sociales y en el parlamento británico, los escoceses han conseguido tumbar la vuelta de la caza del zorro, su única victoria frente a Londres tras la fracasada consulta.

  3. Córcega, Francia

    Un partidario de la independencia señala un cartel favorable a la causa en Córcega
    Un partidario de la independencia señala un cartel favorable a la causa en Córcega - EPA

    La isla corsa es un caso atípico de independentismo. A pesar de desarrollarse en un país desarrollado y una potencia mundial, existe un movimiento violento y persistente, aunque poco visible internacionalmente, que busca preservar Córcega tal y como es, sin inversión de la Francia continental.

    El Frente de Liberación Nacional de Córcega es el grupo armado, fundado en 1973, que ha mantenido viva la llama independentista en la región. Sus miembros han volado carreteras, asesinado en múltiples ocasiones y hasta derribado un avión de Air France, según informa Le Monde.

    Desde 2014 el FLNC se encuentra inmerso en un proceso de paz y desarme, aunque en las señales de tráfico y los carteles en la vía pública siguen aún los agujeros de bala y los nombres en francés tachados, dejando visibles sólo los nombres en corso, el dialecto de la isla.

  4. Bougainville, Papúa Nueva Guinea

    Un grupo de aborígenes navega por un río de Papúa Nueva Guinea
    Un grupo de aborígenes navega por un río de Papúa Nueva Guinea - Stephen walford

    El conflicto entre el país oceánico y una de sus mayores islas comenzó en 1989. Los disturbios entre los trabajadores de una mina de propiedad australiana y las autoridades desembocaron en una guerra civil en los 90. Aunque ya reina la paz, el resentimiento por las pérdidas que sufrieron los ciudadanos de la región aún pervive. Por la falta de medios de comunicación y conexión a internet en la región, el proyecto independentista es casi desconocido internacionalmente.

    Según informa ABC (Australian Broadcast Company), Bougainville está cerca de su independencia gracias al apoyo australiano. Australia ha colaborado hasta hace poco en la sombra con los secesionistas, consciente de la riqueza mineral del país.

    Los frutos de su esfuerzo se plasmaron en el pacto entre el gobierno central y el regional, según el cual habrá un referéndum para consultar a la población sobre la posibilidad de independizarse. Éste deberá celebrarse no antes de 2015 y nunca después de 2020, según ABC. Tras hacerse pública la interferencia australiana, el gobierno de Papúa Nueva Guinea ha prohibido a los australianos viajar al país.

  5. Tíbet

    Un grupo de tibetanos vestidos de gala para celebrar el 80 aniversario del Dalai Lama
    Un grupo de tibetanos vestidos de gala para celebrar el 80 aniversario del Dalai Lama - reuters

    «Tíbet es uno de los países más reprimidos y una de de las sociedades más aisladas en el mundo hoy en día», dijo Robert Menendez, senador de Estados Unidos y Presidente del Comité de Relaciones Internacionales, en 2012. Nada ha cambiado desde entonces, de hecho nada ha cambiado desde 1950 cuando China invadió Tíbet y el Dalai Lama, líder espiritual del país, abandonó el país junto con 20.000 tibetanos, según la Campaña Internacional por el Tíbet (ICT en sus siglas en inglés).

    Las autoridades chinas siempre han justificado la ocupación basándose en que Tíbet ha sido parte de China desde hace siglos, argumento que niegan las autoridades tibetanas en el exilio, que denuncian la violación del Tratado de Ginebra desde la ocupación en 1950. La represión brutal por parte de los militares chinos no ha cesado desde entonces.

    Para mantener el interés popular y el debate sobre la ocupación ilegal, la ICT lleva a cabo nuevas iniciativas constantemente. Desde hashtags en twitter (#FreeTibet) hasta «Hosting the Dragon» (Dando cobijo al dragón, en referencia a China) que pretende denunciar la manipulación en las aulas de la invasión en Tíbet por parte de China. Según denuncian desde la plataforma activista, China amenaza por represalias a cualquier dirigente extranjero que se reúna con el Dalai Lama. Por ello han lanzado una campaña de represión política, publicando las fechas y lugares de la gira internacional del líder espiritual, para que los jefes de estado de las potencias internacionales desafíen dicha prohibición y lo reciban.

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