Extranjeros sin papeles, víctimas de la xenofobia en Johannesburgo
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El partido de Zuma quiere abrir campos de refugiados para inmigrantes en Sudáfrica

El Congreso Nacional Africano desata la polémica al afirmar que así se solucionará la oleada de ataques xenófobos en el país

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Gwede Mantashe, secretario general del Congreso Nacional Africano (CNA), el partido que gobierna en Sudáfrica desde que Mandela lo llevara a la Presidencia en 1994 y al que pertenece su actual presidente Jacob Zuma, dice haber encontrado la solución para acabar con la oleada de ataques xenófobos que sacude los barrios negros de Sudáfrica desde el mes de enero: campos de refugiados para extranjeros.

Los ataques contra ciudadanos extranjeros y sus negocios en los townships –antiguos guetos negros– del país comenzaron en enero en el área metropolitana de Johannesburgo y se han extendido después a Durban, tercera ciudad del país, alimentados por las palabras del rey zulú, máximo representante tribal de la etnia mayoritaria de Sudáfrica.

«Creo que ha sido un buen gesto por nuestra parte dejar que la gente viviera con normalidad, pero al final deberemos tener campos de refugiados para que podamos controlar su documentación», afirmó Gwede Mantashe a la web de noticias News24.

Mantashe se refería a los supuestos inmigrantes indocumentados que han sido identificados, especialmente por los líderes políticos y tribales, como los causantes de la inestabilidad en los townships, barrios de mayoría negra en los que el paro supera el 50 por ciento y con un acceso muy limitado a servicios básicos como agua, electricidad, sanidad y seguridad.

Sólo en el área de Durban, la Policía calcula que un millar de extranjeros han tenido que dejar sus casas en los townships debido a la violencia xenófoba, y decenas de comercios han sido saqueados por las torvas de ciudadanos sudafricanos, que les acusan de usurparles los negocios y los puestos de trabajo. Al menos media docena de personas han perdido la vida en los ataques y más de un centenar han resultado heridas, según ha informado la prensa local sudafricana.

Sudáfrica, un país que tradicionalmente ha acogido a numerosos refugiados, es la residencia de centenares de miles de ciudadanos de Somalia, Congo, Pakistán, Zimbabue y otros lugares castigados por los conflictos bélicos, políticos o religiosos, pero es también el destino de inmigrantes que se instalan en la economía más avanzada de África en busca de un futuro mejor.

Pese a la condena de los ataques por parte del Gobierno en sus comunicados oficiales, Mantashe atribuyó los disturbios en los townships no a actitudes xenófobas, sino a una reacción de la población local en su lucha por acceder a recursos limitados. «Cuando los refugiados africanos entran en el país se instalan en los townships principalmente donde los recursos son limitados, y esas tensiones se traducen en afrofobia», afirmó el secretario general del CNA.

«Solo se puede educar a la gente cuando tienes campos de refugiados y hay una relación clara entre comunidades locales y refugiados. El problema es que hay refugiados con documentos y otros que entran sin papeles y eso complica la situación», añadió Mantashe.

Organizaciones de derechos humanos han mostrado su rechazo a la propuesta del partido gubernamental y han pedido al gobierno que envíe un mensaje claro a la población. El departamento de Interior de Sudáfrica ha endurecido las leyes migratorias para poner freno a la entrada de extranjeros, con el fin de aliviar las tensiones en los townships, según reconoció el propio ministro Malusi Gigaba en rueda de prensa. Gigaba, que visitó la semana pasada un campo provisional con más de un centenar de extranjeros expulsados de sus casas, condenó los ataques y ofreció a las víctimas todas las facilidades para que pudieran regresar a sus respectivos países.

«Crear campos de refugiados no acabará con la raíz de estas actitudes. La xenofobia es un problema serio y va en aumento en Sudáfrica. Necesita de una gran voluntad política para ponerle fin. La falta de acción del Gobierno sin duda está contribuyendo a empeorar la situación», explicó a ABC Dewa Mavhinga, investigador de Human Rights Watch (HRW). «Las autoridades deben garantizar que los responsables de estos ataques sean llevados ante la justicia y enviar un mensaje claro de que estas actitudes no serán toleradas».

La ola de ataques xenófobos más grave registrada en Sudáfrica en los últimos años ocurrió en 2008, cuando una serie de disturbios en los townships del área de Johannesburgo y Pretoria se saldaron con más de cincuenta muertos y diez mil desplazados.

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