Felisa Miceli, en una foto de archivo, junto a Néstor Kirchner
Felisa Miceli, en una foto de archivo, junto a Néstor Kirchner - afp

Felisa Miceli, la primera ministra de Néstor Kirchner condenada por corrupción

No pudo demostrar el origen de cien mil pesos que ocultaba en el armario del cuarto de baño de su despacho en el ministerio, ni de 31.000 dólares que tenía en su casa

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Felisa Miceli se ha convertido en la primera ex ministra de Néstor Kirchner en recibir una condena firme, de tres años de prisión, aunque no deberá pasar por la cárcel. El Tribunal Oral Federal número 1 que la juzgó, en un gesto de generosidad, decidió declarar «en suspenso» el fallo para evitarle la escala en un calabozo por haber ocultado en el armario del cuarto de baño de su despacho del ministerio una bolsa con cien mil pesos (unos once mil dólares) y más de 31.00 dólares en efectivo, cuyo origen no pudo demostrar y que están decomisados.

«Sería una tremenda injusticia que vaya presa, estoy arrepentida. Me da rabia», protesto la ex ministro en su alegato final previo a escuchar el fallo que vino a remplazar otro anterior del año 2012.

Miceli también quedó inhabilitada para ejercer cargos públicos durante seis años. «Cometí un error, jamás voy a ocupar un cargo público. Ya aprendí al lección. No es por miedo que no quiero ir a la cárcel sino porque me da rabia, me da pena que sea tan injusto», proclamó.

El hallazgo de la bolsa de dinero se produjo en junio del 2007 durante una inspección rutinaria en el ministerio. El escándalo terminó desplazando a la por entonces titular de Economía. La ex ministra pasó después a trabajar con la Asociación de Madres de Plaza de Mayo que lidera Hebe de Bonafini y que posteriormente estuvo bajo la lupa de la justicia por rpresunta malvesación y desfalcó de fondos públicos de una fundación de la organización ("Sueños compartidos") que se dedicaba a la construcción de viviendas públicas.

«Cuando fui sospechada y pidieron mi indagatoria (declaración como imputada) pedí que se aceptara mi renuncia porque los funcionarios públicos no pueden trabajar ni hacer su trabajo bajo la sospecha de que van a ser sospechados e indagados. Eso habla de cómo me comporté», se justificó Miceli.

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