Hollande recibe a Merkel, ayer, a su llegada al Elíseo
Hollande recibe a Merkel, ayer, a su llegada al Elíseo - afp

Merkel y Hollande forjaron en París el acuerdo que permite a Grecia seguir en el euro

La canciller estaba dispuesta a que Atenas saliera del euro para escarmiento de todos los populismos. Hollande pensaba que ese remedio podría ser peor que la enfermedad

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La salida de Grecia del euro no ha estado nunca tan cerca. Fuentes diplomáticas francesas aseguran que a lo largo de esta crisis han tenido la impresión de que Alemania estaba dispuesta a poner a Grecia en la misma puerta de salida de la moneda única y someter al nuevo gobierno populista de Alexis Tsipras a una disyuntiva que le llevase hasta el extremo de sus promesas, para que sirviera de escarmiento a otras fuerzas populistas.

Francia, por su parte, aseguran estas fuentes, consideraba que los efectos políticos de esa eventual salida del euro habrían sido aún peores, sobre todo para ellos, con el Frente Nacional que pide la vuelta urgente al franco en cabeza de las encuestas de opinión.

Al final, el destino de Grecia y el resultado del Eurogrupo extraordinario del viernes en Bruselas se decidió no tanto en el edificio Justus Lipsius de Bruselas, sino en la reunión que tuvo lugar poco antes entre la canciller Angela Merkely el presidente francés François Hollande en el palacio del Elíseo.

A su salida del Eurogrupo el viernes por la noche los ministros de Finanzas trataban de justificar las tensiones atribuyendo a «la inexperiencia del nuevo Gobierno griego», aliviados por el fin de una situación en la que, como nunca antes, la posibilidad de que un país dejase la moneda única había flotando en el ambiente.

Declaraciones públicas

La clave que desbloqueó la situación fueron las declaraciones públicas de Merkel en la rueda de prensa posterior a la reunión con Hollande. Este había sido mucho más enfático asegurando que «Grecia está y debe permanecer en el euro». Aunque menos contundente la alemana admitió al fin que el objetivo de toda la zona euro era «ayudar a Grecia a mantenerse» en ella. Para la Comisión Europea, la situación era tan grave que desde las más altas instancias se esforzaban por enviar el mensaje de que con Grecia se estaba «jugando con fuego».

La visión alemana que habían recibido los responsables franceses es que si se permitía salirse con la suya a los populistas griegos, «se crearía un precedente alimentando el voto a los partidos populistas» y se terminaría con la legitimidad de la autoridad de las instituciones europeas. Si cada gobierno nuevo en un país miembro se atribuye el derecho a ignorar los compromisos de los gobiernos precedentes, sería catastrófico para la UE. Y los electores alemanes están cada vez más cansados de ayudar a Grecia. La versión francesa es que «una salida del euro de Grecia sería un mensaje mil veces peor, difundiendo la imagen de una Alemania rica y poderosa aplastando a la miserable Grecia, que espolearía a los extremistas de toda Europa». En el caso de Francia, además, resulta que el principal partido populista (de extrema derecha), el Frente Nacional, propone en la primera línea de su programa la salida del euro, algo que por ahora permanece en el archivo de lo que se considera implícitamente imposible.

Alemania no estuvo sola en su política de acoso contra el nuevo gobierno griego, que con su comportamiento ha roto con los usos habituales de confidencialidad en los consejos europeos, algo que más de un ministro y más de un presidente no están dispuestos a perdonar fácilmente.

El papel de Juncker

El presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, tuvo que desplegar una operación de contactos en todas direcciones para tratar de garantizar que la crisis griega no desencadenase una situación de crisis aún mayor y a escala europea. Fuentes de su entorno han calificado esa misión como «mediación esencial» teniendo en cuenta que el Eurogrupo todavía es una institución que está en manos de los Estados miembros de la moneda única. Sin embargo, el papel del comisario de Economía, el socialista francés Pierre Moscovici, ha sido esencial para lograr el acuerdo esencial con Tsipras. Su objetivo ha sido convencer al populista griego de que su única salida era aceptar las reglas del rescate, tal como lo exigía Alemania, a cambio de la promesa de una mayor flexibilidad en su aplicación, por parte de la Comisión Europea. La clave era la frase de Merkel en París reiterando que su voluntad era mantener a Grecia en el euro.

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