La Unión Europea no extenderá el crédito a Grecia sin condiciones

El BCE acuerda aumentar la provisión urgente de liquidez para los bancos griegos ante la huida de depósitos

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El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijjselbloen, tiene que tomar hoy una de las decisiones más trascendentes de su vida, porque de ella depende en gran parte la estabilidad de la moneda única. El gobierno griego del líder populista Alexis Tsipras ha prometido enviarle la petición formal de prorrogar el actual programa del (segundo) rescate de la economía griega «con su propia condicionalidad».

Todas las instancias europeas le han dicho que con esa petición debe asumir al dedillo el mismo programa de reformas que prometió anular durante la campaña electoral. Si acepta estas condiciones, los socios europeos le ofrecen a cambio renegociar un tercer rescate dentro de seis meses, en el que pueda poner el acento en las políticas sociales que los ciudadanos griegos le han pedido en las urnas.

El Gobierno de Atenas ha prometido que presentará hoy esa petición. Con razón la Comisión Europea decía ayer que no quería pronunciarse sobre la pertinencia del documento que formulen las autoridades griegas hasta que no haya visto el documento y sus detalles. Hasta ayer tarde Atenas seguía insistiendo en que lo que piden es una extensión del crédito, pero no de las condiciones. A lo que el portavoz del ministerio alemán de Finanzas, Martin Jäger, ha repetido que la finalidad de esta petición ha de ser «la conclusión con éxito» del plan de rescate, que debe ser verificado por la «troika», aunque se llame ahora «las instituciones». Es decir que Alemania no admite un programa puente como pretende Grecia, porque desde el punto de vista jurídico «la condicionalidad continua vigente a la fuerza». Alemania es uno de los cuatro países junto a Finlandia, Holanda y Estonia, que deben ratificar en sus Parlamentos nacionales cualquier cambio del programa de rescate a Grecia.

La posición alemana es siempre la más sonora. Fue la rotunda oposición del ministro de Finanzas germano, Wolfganf Schäuble, la que frenó el pasado lunes la reunión del Eurogrupo. Pero ayer el vicepresidente de la Comisión para el euro, Vladis Dombroski, dijo que el resto de los socios y el ejecutivo comunitario comparten ese mismo criterio y que no había que «buscar divisiones» en las versiones alentadas por Grecia de mostrar supuestos documentos reflejando sensibilidades diversas.

Fuga de capitales

La reunión del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) que tuvo lugar ayer se centró precisamente en discutir sobre la estrategia a seguir en el programa de ayuda de emergencia a los bancos griegos, que están perdiendo depósitos a pasos agigantados ante la incertidumbre sobre el futuro de la permanencia del país en la moneda única. Finalmente, el banco tomó la decisión de ampliar la provisión urgente de liquidez para los bancos griegos en 3.300 millones de euros, hasta 68.300 millones, lo que confirma que la situación del sistema financiero griego continua deteriorándose. Ante lo que el BCE ha dado un respiro a Grecia, pero a muy corto plazo, a la espera de acontecimientos y mientras mantiene al sector financier heleno en la UVI. Durante todo el día se ha hablado de divisiones en el seno del consejo del banco emisor, porque esa medida depende de que los bancos no entren en la categoría de insolvencia. Los observadores recuerdan cómo en 2013 el BCE tuvo que amenazar a Chipre con negar la liquidez a sus bancos en medio de las dramáticas negociaciones sobre el rescate financiero.

Si Dijsselbloen considerase que la petición de Grecia es lo bastante seria como para convocar un Eurogrupo extraordinario el viernes sería una buena noticia, en caso contrario se supone que los dirigentes griegos seguirían negociando hasta la expiración del plazo el 28 de febrero.

Otra cosa serían las problemas de Tsipras para aplacar a su propio partido político, donde abundan los dirigentes a los que no les importa romper la baraja con el Eurogrupo, cualquiera que sean las consecuencias. Frente a las reclamaciones de los socios están las dificultades para asumir, aunque sea temporalmente, que todo el programa de reformas pueden ser inviable para Syriza.

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