Nelson Mandela quemando sus documentos como protesta, en 1945
Nelson Mandela quemando sus documentos como protesta, en 1945 - abc

Mandela está de vuelta… según los xhosa

Entre otras creencias, la etnia de «Madiba» asegura que su espíritu regresará un año después de su muerte

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Hace un año el mundo entero lloraba la muerte del gran Mandela. Nos dejaba una de las figuras más grandes que ha dado la historia del siglo XX, premio Nobel de la Paz y símbolo de la lucha contra el apartheid. Pero, dentro de la desgracia de la pérdida, hoy puedes encontrar un motivo para la alegría… si eres xhosa. Según la tradición de este grupo étnico al que pertenecía el expresidente sudafriano, el espíritu de Madiba, como le conocían en su tribu, regresara para formar parte de sus ancestros familiares un año después de su falllecimiento.

Los xhosa estaban bien establecidos en la actual Sudáfrica a mediados del siglo XVII

Esta es tan solo una de las muchas creencias de los xhosa, a la que pertenecen también el 18% de los sudafricanos, además de otros habitantes de Botsuana y Lesoto.

Y cuentan con su propio idioma desde que siglos atrás poblaran extensos territorios del sur de África y se desplazaran como cazadores-recolectores hacia la región de los Grandes Lagos.

Los xhosa se encontraban bien establecidos en las tierras de la actual Sudáfrica, cuando se produjo la invasión de los holandeses a mediados del siglo XVII. Sin embargo, no se encontraron con ellos por primera vez hasta el siglo XVIII. Toda esta parte de la historia de la tribu, y la de los siglos anteriores, se ha transmitido durante generaciones por medio de la tradición oral. Gracias a ella, aún hoy se conservan muchas de las historias de sus héroes ancestrales, como la de su primer rey, Xhosa, que da nombre al pueblo. O la de sus hijos y nietos: Phalo, Gcaleka y Rharabe.

Los responsables de transmitir este legado son los «imbongi» o cantantes de las alabanzas, los cuales no solo vivían cerca del jefe, sino que le acompañaban en las ocasiones especiales. Uno de ellos, Zolani Mkiva, precedida a Mandela en su toma de posesión, en 1994.

El entierro xhosa de Mandela

A pesar de la colonización, muchas de las tradiciones se han mantenido hasta el día de hoy. Prueba de ello es que el mismo Mandela fue enterrado según las costumbres ancestrales de su tribu. Su feretro fue arropado con una piel de león, según un honor reservado a los líderes de los xhosa. Para garantizar su transición al otro mundo, los jefes de la etnia sacrificaron después un buey, que luego era servido a los asistente. Y para guiar al espíritu por las distintas etapas de la ceremonia, un anciano de la familia se quedó al lado del ataúd. «Un gran árbol se ha caído, ahora se va a casa a descansar junto a sus antepasados», aseguró el jefe del clan, Ngangomhlaba Matanzima, vestido con una piel de leopardo sobre los hombros, según informaba AFP.

Mandela fue siempre un jefe tribal muy respetuoso con sus costumbres

Mandela fue siempre un jefe tribal muy respetuoso con todas estas costumbres, que no quiso descuidar ni en su propio entierro, que tenía el objetivo final de que los antepasados supieran que los restos mortales de «Dalibhunga» –nombre que recibió tras pasar por un ritual de iniciación a los 16 años– habían vuelto a su hogar. Fue realizado justo al mediodía, como dicta la tradición, y acompañado por cantos en el idioma propio. «Cuando el sol está en su punto más alto y cuando la sombra es menor», explicó uno de los líderes tribales.

No acabó ahí, pues los xhosa celebran también una ceremonia de «depuración» al día siguiente del funeral, en la que se sacrifica una oveja, y otra una semana más tarde, conocida como «ukuhlanjwa kwepeki». En esta, se lava el equipo que se ha utilizado para cavar las tumbas.

«Madiba», un xhosa en vida

A pesar de contar con tan ilustre miembro entre sus filas, la tradición xhosa son muy desconocidas fuera de Sudáfrica. En el mismo momento de su nacimiento reciben un nombre con un significado especial, que es impuesto por el padre o abuelo. En el caso de Mandela fue «Rolihlala», que en el idioma de su tribu significa «tirar de la rama de un árbol», lo que los nativos interpretaron como «alborotador» o «rebelde». En el caso de las mujeres, cuando se casan, reciben además un nuevo nombre que les da su suegra. Pero ninguno de estos nombres impide que, cuando los niños llegan a la escuela, reciban otro en inglés. En el caso del premio Nobel fue «Nelson», que se lo puso su primera maestra.

El culto a los antepasados es muy importante en la instrucción de los xhosa

Se convierten en adultos cuando sus padres determinan que están listos para ir a la «cabaña», una estructura muy sencillas construida con ladrillos de barro, donde pasaban un periodo de seis semanas para aprender todas las tradiciones de su etnia, y donde acababan siendo circuncidados. Una parte muy importante de esta instrucción es el culto a los antepasados, dado su papel como intermediarios entre los vivos y el ser supremo, llamado «uThixo» o «uQamata». Esta se realiza, por lo general, entre los 12 y los 18 años de edad.

Después se comienza a pensar ya en el matrimonio de los hijos, que eran convenidos por las familias, siguiendo una serie de ritos que fueron transformándose con la introducción del cristianismo. Tradicionalmente, eran los padres del esposo los que deben acercarse a los progenitores de la futura mujer para comenzar las «negociaciones». En estas se pactan, entre otros asuntos, el «lobola» o precio de la novia. Antiguamente solía ser de diez vacas o el equivalente de estas en dinero. Por último, la novia es capturada por la familia del novio para vivir con ellos, momento en el cual se consideraba a la pareja como casada.

Otra de las características que llaman la atención de la etnia de Mandela es que contaba con adivinas profesionales, a las que se conocía como «amagqirha», que debían recibir una instrucción de cinco años. También contaban con herbolarios («amaxhwele»), profetas («izanuse») y curanderos («inyanga») que debían servir a la comunidad.

Siglos de una cultura que sobrevivirán a Mandela, garantizada por los cerca de ocho millones de personas que aún hoy son fieles a las tradiciones del rey Xhosa.

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