Casarse no ha pasado de moda: ocho de cada diez jóvenes piensa o quiere hacerlo

Un estudio arroja luz sobre el matrimonio, una institución hecha para durar y consolidar la pareja

El matrimonio crea seguridad, no quita libertad y suscita mayor entrega, según un estudio Pixabay
Nieves Mira

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El matrimonio no ha pasado de moda, y los jóvenes, además, piensan en casarse. Casi ocho de cada diez menores de 35 años que conviven tiene planeado hacerlo, y casi el mismo porcentaje de personas de esa edad que no lo hacen, también quieren contraer matrimonio. Sin embargo, se ven forzados a retrasar el momento de la boda por la precariedad económica y en el empleo, según la encuesta Nupcialidad e Itinerarios de Pareja realizada por la Cátedra Amoris Laetitia, que forma parte del Instituto Universitario de la Familia de la Universidad Pontificia Comillas, que recoge datos de 1.550 residentes en la Comunidad de Madrid.

A pesar de que ha habido un aumento de las familias monoparentales, el estudio revela que la pareja es una forma social básica en la vida de los españoles , y es que el 73% de estos, tienen pareja. «La pareja es la forma esencial de la organización de nuestra sociedad, y los jóvenes no pueden acceder a ello principalmente por motivos económicos», cuenta Fernando Vidal, autor del estudio y director del Instituto de la Familia. «Ellos dicen que el matrimonio da más seguridad, y también suscita mayor entrega respecto a vivir en pareja.

La inseguridad que les impide dar el paso hacia el matrimonio no es tanto de los ingresos que tienen en este determinado momento sino por su previsión de futuro. Casarse es una opción de futuro , de asentarse, de consolidar una opción, y eso sucede en una situación en la que los trabajos no están consolidados, las viviendas están siendo muy inaccesibles y es difícil conciliar la carrera profesional con la personal», apunta. Los jóvenes, que viven en situación de vulnerabilidad tanto laboral como económica ven difícil conciliar proyectos a largo plazo con el resto de su vida.

Entre los encuestados, más de la mitad de las personas casadas opina que el factor fundamental de consolidación del matrimonio tiene que ver con el compromiso mutuo (54,3%). Y es que el matrimonio, en palabras de Vidal, «influye en la consolidación de la propia vida. En realidad expresa un proyecto que se quiere asentar, y lo hace a largo plazo. Cuando uno está en una vida entrecortada como la que vivimos, con graves inseguridades, esa falta de confianza lleva también a una falta de previsión de futuro, y a una provisionalidad de la vida», añade.

Para toda la vida

Sí que está asentado entre los jóvenes que el matrimonio es una institución hecha para durar. Ocho de cada diez personas casadas están «plenamente» o «bastante» seguros de que su matrimonio es para toda la vida, y casi 5 de cada 10 no tiene ninguna duda al respecto. «Casarse es algo que cambia la disposición hacia el otro, pero es verdad que cada vez hay menos diferencias entre casarse jurídica o religiosamente y convivir a largo plazo. Las parejas consolidadas por una convivencia prolongada encuentran pautas de comportamiento muy similares a las de los matrimonio», cuenta Vidal.

Esta consolidación de la economía y mejora de las circunstancias vitales personales, influiría entonces en la solidez de la sociedad en general, que tendría más previsión de futuro. «Todos los factores de la vida se consolidarían también, especialmente aquellos que dependen de tus condiciones», cuenta, porque más allá de lo que se pueda llegar a pensar, no existe rechazo alguno al matrimonio. «No hay una opinión que diga que quita libertad o que es una fórmula antigua, el matrimonio sigue siendo una fórmula adecuada en sus diversas formas», señala Vidal.

El estudio también se centra en el papel de la Iglesia en los itinerarios de pareja, y ha encontrado una gran demanda en que la institución religiosa ayude a las parejas, especialmente en sus crisis y en la educación. «Los jóvenes creen que la iglesia debería ayudarles preparándolos para el matrimonio de una forma más apegada a la realidad». La religiosidad como motivación para casarse ha disminuido progresivamente por los años, pero la encuesta detecta un aumento de su valor entre los jóvenes menores de 35 que se han casado, ya que en ese tramo el 48,6% se casó por razón religiosa. «Los jóvenes valoran mejor el matrimonio religioso que generaciones anteriores, y eso se debe a que la gente toma la decisión de casarse por la Iglesia con mayor libertad, es más auténtica, más genuida, y eso responde a motivos religiosos aunque haya pluralidad de decisiones», añade Vidal.

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