Lo esencial para la vida no siempre es invisible a los ojos

Isidro Molina, Consiliario jóvenes de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), recuerda en estos días la importancia de descubrir en familia el sentido de la vida

Se aproxima la celebración más importante del año católico, y lo hace envuelta en la historia que nos toca vivir, pandemia incluida. A esto se añade una idea que circula por el ambiente y que se ha asumido sin apenas resistencia. Es la lucha contra el principio del padre. El enemigo es toda forma de identidad, es todo aquello que te diferencia y que te origina: el padre. En este contexto histórico la Iglesia nos sigue recordando nuestra identidad, origen y destino que Dios es Padre.

«El sentido de la vida no tiene que ser inventado sino descubierto». Hoy se hace patente esta necesidad, la de descubrir de la mano de nuestros padres y nuestras familias el sentido de la vida que no es otro que Jesucristo. La celebración del Triduo Pascual lo hace visible.

La Sagrada Liturgia que en estos próximos días de Semana Santa celebraremos tiene una forma propia: la belleza. La liturgia educa con la fuerza de la belleza en la que converge la verdad que se manifiesta a la razón y la bondad que mueve el afecto.

De ahí que, con todas las prevenciones necesarias, se acerquen todos los fieles posibles a sus parroquias para celebrar el Triduo Pascual. Por el santo sacrificio de Cristo que llega hoy hasta nosotros en la Misa, entra la salvación, nada es más necesario para nuestras familias. La Iglesia domestica se hace vital para todos aquellos que no puedan participar de los Oficios, «la familia tiene la misión de custodiar, revelar y comunicar el amor» (Familiaris Consortio).

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