Claves para superar la pérdida y el duelo

Cuidar nuestro interior es el primer paso hacia su superación

S. F.

A lo largo de la vida sufrimos pérdidas constantes. «Nada más nacer, perdemos un espacio tranquilo, cálido y confortable para llegar a un medio frío e inesperado» reflexiona Carmen Jódar , especialista en medicina familiar en mimedicoonline. «Entendiendo ahora ese momento vital como una primera pérdida en nuestra vida , podríamos reflexionar hasta nuestro momento actual cuantas pérdidas y separaciones hemos sufrido sin ser seguramente capaces de enumerarlas todas’, prosigue. Es muy probable que muchas de ellas hayan sido superadas de forma casi inconsciente. Sin embargo hay otras que no se pueden olvidar. La última pérdida y la más temida es la de la propia muerte o la de nuestros seres queridos.

Pangrazzi clasifica los tipos de pérdidas vitales en cinco grandes bloques:

El primero referido a las pérdidas materiales , de trabajo, de vivienda, de situación económica... Este tipo de pérdidas lleva a veces una ganancia asociada si por ejemplo el cambio de vivienda es a un sitio mejor, sin embargo dejamos atrás amigos, vecinos, una vida anterior que siendo adultos aceptamos mejor que un niño que deja atrás un colegio, sus amigos y la seguridad que tenía.

El segundo bloque apunta a las pérdidas ligadas con el desarrollo de la persona , aquellas relacionadas con el propio ciclo vital: el paso de la niñez a la adolescencia, a la edad adulta o cuando pasamos a la independencia especialmente si eso supone una lejanía física de la familia; cuando va pasando la vida llega uno especialmente duro que es el paso a la vejez.

El tercero se refiere a las pérdidas referidas a nuestro cuerpo , bien sean propiamente físicas o sean pérdidas de ilusiones, valores, emociones, de salud, incluso la pérdida de nuestra autoestima. Tomamos conciencia de la pérdida de la salud cuando la experimentamos en nuestro propio cuerpo siendo especialmente difícil y nos cambia la actitud de verdad ante la vida con el diagnóstico de una enfermedad grave en nosotros mismos o nuestros seres queridos. Sobre la pérdida de la autoestima es difícil escribir, es un dolor interno similar al maltrato…

El cuarto es el de las pérdidas emocionales como pueden ser rupturas con la pareja o amistades. Este es el que más asemejamos al último bloque.

El quinto es la pérdida de la vida . Es un tipo de pérdida total, ya sea de otra persona o de la propia vida en casos de enfermedades terminales en el que el individuo se enfrenta a su final.

Estos dos últimos bloques, tiene cierta similitud la transformación emocional de la pérdida , pues con la separación y aún más con la muerte de un ser querido, aceptamos la tristeza como un sentimiento normal y nos permitimos el llanto como forma de expresión.

El duelo

Solo cuando pasa un tiempo que consideramos razonable, es cuando consultamos al médico sin analizar dónde está escrito o quién determina ese tiempo prudencial. El tiempo no recupera el daño sufrido, lo recuperamos nosotros mismos con l a elaboración de nuestro duelo ; el tiempo es individual. La persona desaparecida no vuelve, pero queda en nuestro corazón una sensación de gratitud de haber podido disfrutar de ese ser querido y mejoramos definitivamente cuando esos recuerdos «ya no duelen», cuando la tristeza se mitiga por nuevas ilusiones de la vida pasando entonces a la última fase del duelo que es la aceptación.

El proceso de duelo se realiza siempre que tiene lugar una pérdida pero curiosamente, asumiendo el dolor que supone la pérdida de la vida humana, no lo aceptamos igual en el resto de circunstancias vitales enumeradas aunque reconozcamos el sufrimiento interno en todas ellas. Sin embargo, está descrito que en todos esos momentos que podemos denominar «trauma vital» o «situacion vital estresante» se afectan las diferentes esferas de la persona: la esfera física, cognitiva, emocional, espiritual, social y conductual creándonos incluso resentimiento hacia los demás y a veces incluso soledad.

La actitud social ante la pérdida ha seguido y está siguiendo en nuestro entorno un camino paralelo a la conducta humana ante la muerte: algo molesto y por tanto, tendemos hacia su ocultación y aislamiento.

Estamos ante una sociedad cada vez más egoista, no solo no queremos sufrir sino que evitamos contactar con alguien que sufra cerca por si nos arrastra hacia su indefensión. La enfermedad de alguien cercano nos hace sentirnos vulnerables, frágiles, nos hace pensar que también nos puede pasar a nosotros, y eso nos genera un tormento muy profundo que no queremos experimentar. Eso hace que las personas que padecen una enfermedad difícil de tratar se sientan en muchas ocasiones aisladas y rechazadas.

La intensidad del dolor en esa esfera emocional es tan individual como la exclusividad de cada persona y esas emociones contenidas actúan generándonos tensiones permanentes que nuestro cuerpo puede expresar como un síntoma físico, como un doloroso recordatorio de que estoy ignorando alguna emoción importante. Es el denominado duelo enmascarado. La persona experimenta síntomas físicos (somatizaciones) y en su conducta que le causan sufrimiento, pero no las relaciona con la pérdida.

Hay investigaciones que demuestran que el estado de estrés está estrechamente relacionado con la inmunodepresión y, por tanto, nuestro organismo es más vulnerable a enfermar cuando pasa esa fase de angustia.

Para recuperarse hay que permitirse dialogar con uno mismo , bucear en nuestro interior, conocerse y descubrirse sin miedo, sin negarnos a lo que encontremos pero tampoco recreándonos en el dolor, sino aceptando el daño sufrido para poder dejarlo ir y sobre todo aprender de lo vivido y de nosotros mismos.

Tenemos que revisar nuestras pérdidas , buscar el origen del dolor y trabajar en este espacio para apaciguarlo. Sólo de esta manera podremos entender la enfermedad y poder disminuir los síntomas y reconciliarnos con nuestra vida. Significa hacer las paces con nosotros mismos: aceptarnos y perdonarnos.

Cabodevilla dice que «Nadie nos puede quitar el sufrimiento, pero la capacidad de mirarlo cara a cara es ya el inicio de un camino para superarlo». Cuidar nuestro interior es el primer paso hacia su superación.

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