Día Mundial del TDAH

Los niños diagnosticados con TDAH «no son enfermos»

La medicación «no hace más que paliar lo que los niños puedan molestar en un momento dado», afirma el catedrático Marino Pérez

Carlota Fominaya

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«No son enfermos. Al cerebro de los niños diagnosticados con TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) no les pasa nada y la medicación no les cura: solo puede paliar lo que los menores puedan molestar en un momento dado». Así de tajantes se muestran tanto el catedrático de Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la Universidad de Oviedo, Marino Pérez, como el psicólogo clínico y profesor de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) , José Ramón Ubieto. Ambos son coautores del libro «Niñ@s Híper. Infancias hiperactividadas, hiperconectadas e hipersexualizadas» (Ned, 2018), y están firmemente convencidos de que los niños así etiquetados necesitan «tolerancia para entender que sus movimientos son una manera de ser».

Para estos dos expertos, el citado trastorno no tiene una entidad clínica, ni es una enfermedad mental. «Yo trato de entender que el TDAH es una manera de ser, un estilo de personalidad que caracteriza a ciertos niños, como también a adultos, que tienen más energía; pero eso no define una enfermedad, sino una manera de ser que, además, está muy acompasada con nuestra sociedad actual, muy hiperactiva», afirma Pérez. De la misma opinión es Ubieto, para quien «la agitación y el movimiento son propios de la infancia y no tiene, en ellas mismas, nada de patológico. Responden a la necesidad del niño de resolver algunas dudas e inquietudes normales de cualquier desarrollo» aunque, matiza, «esto no quiere decir que no haya niños con los que haya que hacer un trabajo clínico e incluso medicar».

Movimiento mundial

Pero, de acuerdo con la postura defendida por ambos, el TDAH es «un movimiento mundial que sostienen muchos médicos y psiquiatras», y que en Estados Unidos, por ejemplo, es el segundo diagnóstico más frecuente a largo plazo realizado en niños, muy cerca ya del asma. En España, los casos de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad , recuerdan estos autores, se han multiplicado por 30 en los últimos años, sobre todo en niños de 8 a 12 años.

«¿Cómo interpretar estas cifras?», se preguntan ambos. «¿Estamos sobrediagnosticando y, por ende, sobremedicando? ¿El problema ya existía y ahora somos más sensibles, tal y como promueve este día mundial de sensibilización que se celebra hoy?», cuestiona en voz alta Ubieto. A juicio de Pérez, no cabe duda: « no se debería concebir como enfermedad que habría que medicar sino como una manera de ser que habría que tolerar y, al mismo tiempo, ayudar a los niños en el caso de que esa hiperactividad supusiera alguna dificultad para el progreso escolar, o para aprender en contextos en los que a veces hay que esperar».

El abordaje en la escuela

En este sentido, el psicólogo de la UOC recuerda que el abordaje de este fenómeno, en primera instancia, debe ser la educación. «Como se trata de un fenómeno que básicamente observamos en la escuela, en la mayoría de los casos la respuesta deberá pasar primero por ver qué estrategias educativas se pueden implementar en cada caso y en conexión con la familia y la escuela». «Debemos analizar el contexto escolar de ese niño, teniendo en cuenta las condiciones de trabajo, para que de esta manera ver qué se puede modificar de todo esto. Estos menores requieren de otro tipo de estrategias educativas, donde no se vea la movilidad como un problema, sino como una oportunidad», sugiere.

En este ámbito de la escuela, sugiere Silvia Sumell, también psicóloga clínica y profesora de la Universitat Oberta de Catalunya, «estos niños suelen necesitar más supervisión, clases bien organizadas y refuerzo positivo». Y en cuanto a las dificultades de atención o impulsividad, añade, «existen muchas herramientas sencillas que tanto padres como maestros pueden utilizar. En todo caso, se trata de buscar alternativas tanto en casa como en clase. Y si es necesario, finalmente, la medicación. Pero tomar el eje de lo educativo como central, y después ir viendo qué otros elementos alrededor de lo educativo se pueden situar».

Medicación

La medicación, «nunca debe ser el primer camino. Siempre que sea posible, debe optarse por el tratamiento psicológico», insiste Ubieto, a lo que el catedrático Marino Pérez recuerda que «lo que se sabe al respecto en estudios hechos a largo plazo es que va a disminuir la estatura de los niños que la toman de forma continuada, sin disminuir el problema». «La medicación nunca es inocua», concluyen.

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