«El fenómeno del niño perdido», y qué hacer para evitarlo

El fenómeno del niño perdido es algo que, cada año, se repite con más facilidad a lo largo de los meses de verano pero que, en la mayoría de las ocasiones, no es más que un susto. Por regla, los pequeños solo tardan un promedio de media hora en ser localizados.

En España hay un total de 3463 playas registradas en el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. En ellas Cruz Roja registra un total de 2.500 desapariciones —aunque el número podría ser mayor si se consultaran datos de organizaciones locales—. Las zonas de mayor afluencia como la Costa Brava, la Costa del Sol o la Costa Dorada son las que mayor número de desapariciones registran, con un número superior al de diez niños cada día.

El protocolo del niño perdido es, en estos casos, un procedimiento clave para encontrar a los niños. El protocolo pasa por recoger la mayor cantidad de datos posibles que el menor pueda recordar (nombre de los padres o el hotel de donde se aloja, por ejemplo) cuando un socorrista le encuentra. En segundo lugar, este socorrista dará el aviso y se utiliza la megafonía de la playa para avisar a los padres de que el niño ha sido encontrado. Lo normal es que al mismo tiempo, socorristas —en playa y en torre— y familiares estén buscando al pequeño. Por este motivo, este tipo de operaciones duran como máximo media hora.

Si tras el protocolo de búsqueda ha transcurrido una hora y no se ha encontrado al niño, se recurre al 112 que pone en marcha un dispositivo policial de búsqueda.

Otra alternativa que cada vez está cogiendo más fuerza, es el uso de las nuevas tecnologías para tener siempre localizado a los hijos. A los niños se les coloca una pulsera electrónica que permite, a cualquier persona, obtener el número de del móvil de los padres escaneando la pulsera con cualquier teléfono inteligente.