Padres e hijos

La experiencia de una madre española en Edimburgo

Rebeca González cuenta sus peripecias maternales fuera de nuestras fronteras

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La española Rebeca González, como muchas personas, decidió irse con su pareja a trabajar fuera de España y sus hijos han nacido en Edimburgo (Reino Unido). En este país se lleva un seguimiento diferente del bebé. «Y es aquí donde empieza el estrés, porque todo lo que podías conocer de España, es poco útil por no decir “nada” útil, a menos en Reino Unido».

Se refiere a las vacunas, registros, introducción de alimentos, todo es diferente… En la introducción de los alimentos, por ejemplo, allí indican que se empiece con sólidos a los 6 meses (como en España, aproximadamente) y a los 8 meses se utiliza un método «baby winning», que consiste básicamente en que el bebé coma solo y disfrute de los alimentos.

«Es súper divertido y “lo pone todo perdido”, pero puede comer de todo: fresas, naranja, melocotón, productos con sal... No se utiliza la comida caliente, todo crudo. ¡Todas las mamás me miraban estupefactas cuando yo aparecía con mi termo lleno de potaje! que, por cierto, me lo compré en España porque aquí no existen», asegura.

Cuando quiso ponerse a trabajar, esta joven madre descubrió que las guarderías cuestan una fortuna, entre 900 euros y 1.200 euros al mes. Entonces se planteó si trabajar o quedarse en casa cuidando del bebé. «Fue nuestro caso. Me quedé en casa ¡2 años! Me dediqué a ser mamá "full time”».

Rebeca González asegura que existen grupos de juegos «playgroups» por toda la ciudad, ofrecen juguetes para los peques y café con galletas para los adultos. Son grupos familiares que se reúnen durante una hora y media. Sirven básicamente para que los niños se relacionen y los padres puedan conocer a otros padres. «En ellos te desahogas comentando todos los avatares de los niños y respiras aliviada sabiendo que hay otras personas igual que tú».

En Edimburgo, las tiendas cierran a las 18.00 horas de la tarde y a las 19.00 ya no puedes entrar con niños en los restaurantes que sirvan alcohol, que son la mayoría. «Si llueve o hace frío, desde las 12.00 de la mañana estamos en casa saltando en las cama y pintando, esperando a que el papá venga del trabajo para ponerle en los brazos el bebé y poder ir yo al baño tranquilamente —dice a carcajadas—. Tras de dos años de grupos y parques TODOS LOS DÍAS tal como os relatado en mi caso y en el caso de muchos padres para poder ahorrar el dinero de la guardería, por fin empecé a trabajar cuando mi marido volvía de su trabajo. Es decir, ahora nos vemos cinco minutos en la puerta, mientras le explico si hay que hacer la cena a la niña o lo que queda pendiente. Me marcho corriendo. Mi marido, sin quitarse la chaqueta, se sienta en el suelo a jugar con la pequeña hasta la hora de la cena».

A los tres años de edad, «por fin ¡¡TRES horas PARA MI!!» porque empieza el cole. En el Estado escocés, cuando los niños tienen de 3 a 5 años de edad, concede tres horas en las que se puede optar por escolarizarlos, «horas en las que tienes tantas ganas de hacer cosas pero a la vez estás tan cansada que solo quieres volver a casa y… ¡tumbarte en el sofá!»

Le llegaban consejos desde España como: «Deja a la niña en el cochecito por las mañanas delante de la tele y así puedes tener tiempo de limpiar la casa», pero ella tenía claro que la casa era lo menos importante, lo primero era su hija. «Nosotros nos preparamos a las nueve de la mañana para ir a algún grupo o parque y las camas se quedan sin hacer, los juguetes por el suelo y la ropa en el tendedero sin recoger… No deja de ser difícil para mí, porque quiero tener la casa impecable… Todo esto unido a los entresijos que conlleva cada etapa del niño, los que muchas veces no comprendes y situaciones en las que tampoco sabes cómo actuar, desemboca en estar cansada, estresada y no tener la oportunidad de ponerte mala porque no hay nadie de tu familia que se quede con el bebé una hora para tumbarte un momento hasta que te haga efecto la medicación. Aquí no hay ningún tipo de ayuda profesional porque el médico del centro de salud no es pediatra, es médico de cabecera también para adultos y no le puedes pedir muchos consejos. No existen jarabes para la tos de los niños, no hay consultas privadas de pediatría, pedagogía, ginecología…», lamenta esta madre.

Rebeca González cree que la cultura española está muy vinculada a los familiares, que echan una mano con los hijos, «pero aquí cada gallina empolla sus huevos, aunque los abuelos vivan cerca». Explica que su compañera de trabajo, que es escocesa y tiene dos niños de 3 y 6 años, le comentaba hace poco que estaba contenta porque su madre le había llamado para quedarse con los niños unas horas. «Era la primera vez. Por eso, la lectura de libros especializados como «Vive la vida» de la española Ana Roa es una ayuda enorme para educar a nuestros hijos de una manera correcta y más relajada».

«No quiero dar la impresión de criticar el país donde vivo, solo que tienen costumbres diferentes a las que yo no estaba habituada y debo aprender a adaptarme a la vez que los hijos crecen», asegura Rebeca González.

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