Brunello Cucinelli
Brunello Cucinelli - Vandeville Eric

El «rey del cachemir» al rescate de San Benito de Norcia

Brunello Cucinelli pagará la restauración del templo que el último terremoto dejó en ruinas

Corresponsal en Roma Actualizado: Guardar
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Se dice que sus pasos como empresario, estilista y filántropo los guía el humanismo renacentista, el estoicismo de Séneca y el rigor benedictino, practicando la regla fundamental de la orden: «Ora et labora». Bajo esa visión humanística, Brunello Cucinelli (Castel Rigone, Perugia, 1953), más conocido como el «rey del cachemir», confecciona sus delicados jerseys y demás prendas de la firma que lleva su nombre (suya era la indumentaria de Jep Gambardella, el inolvidable protagonista de «La gran belleza»).

Cucinelli ha anunciado que reconstruirá con dinero de su propio bolsillo el monasterio de San Benito (patrón de Europa), que data del año 1200, y el monasterio benedictino en Norcia, localidad de 5.000 habitantes seriamente afectada por el último terremoto que ha sacudido el país.

Los italianos se lamentan de que la Unión Europea no se haya movido de forma significativa para ayudar en la reconstrucción del patrimonio histórico y artístico en Umbría y Las Marcas, destruido tras el seísmo.

Casado y padre de dos hijas (Camilla, de 34 años; y Carolina, de 25), el empresario textil ya reconstruyó el pueblo medieval de Solomeo, en la provincia de Perugia, donde se ubica la sede de su empresa, en la que trabaja gran parte de los 410 habitantes del pueblo. Cucinelli ha creado una fundación junto a su mujer, Federica, para promover el arte y «recuperar los valores del espíritu» en el trabajo, la familia y el deporte. Al pintoresco pueblo de Solomeo le ha dado el empresario su toque personal, adornando las fachadas de las casas con azulejos donde aparecen frases de filósofos y emperadores romanos, como Kant («el cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mí») o Adriano («me sentía responsable de las bellezas del mundo»). Precisamente, un filósofo clásico, Sócrates, es su escritor preferido, mientras que el emperador Marco Aurelio es el autor de su libro favorito: «Meditaciones o pensamientos».Con este bagaje cultural e intelectual, Cucinelli, quien tuvo una infancia muy humilde, ha creado un imperio con 120 tiendas en todo el mundo (también en Madrid), valorado en 1.200 millones de euros y que se cotiza en la Bolsa de Milán con dígitos similares a los de la maison Hermés. Amante del deporte, nada una hora al levantarse y practica diariamente «Los cinco Tibetanos», una antigua forma de gimnasia que es definida como «el secreto para la eterna juventud». Tras cenar temprano, acude a la plaza del pueblo para charlar con sus paisanos o jugar a las cartas. «La familia y los amigos son los valores más importantes», reitera.

El estilista y filántropo asegura que obtiene su inspiración de Norcia, que se encuentra a 150 kilómetros de su residencia en Solomeo. «Lo digo siempre a mis amigos, cuando viajo por el mundo: s i queréis nutrir el alma, tenéis que ir a Norcia». Su consejero es precisamente el prior del monasterio Benedictino que se ha venido abajo, el americano Folson Cassian, a quien incluyó durante tres años en el consejo de administración de su compañía y que ahora forma parte del comité ético. Cucinelli y Cassian hoy unen de nuevo sus fuerzas para salvar la cuna de San Benito, padre de la espiritualidad europea.

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