50 años del Verano del Amor: el ascenso y la caída de un sueño llamado «flower power»

Durante tres meses de 1967, la ciudad de San Francisco acogió el mayor movimiento migratorio juvenil de la historia. Así fue la catarsis hippie del «Summer of Love»

El parque Golden Gate de San Francisco se convirtió en epicentro del movimiento ARCHIVO ABC
Nacho Serrano

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Si vas a San Francisco no olvides llevar flores en el pelo». Así de sencilla y acertadamente resumió Scott Mckenzie el Verano del Amor en un solo verso, una frase que además de describir gráficamente lo que estaba pasando en aquellos meses del 67 en la ciudad, se convirtió en un reclamo para miles de jóvenes de todo Estados Unidos que siguieron al pie de la letra el mensaje de la canción para unirse a la mayor corriente migratoria juvenil de la historia.

Gran parte de la explicación de lo que ocurrió aquel año se debe a razones demográficas : por primera vez en EE.UU. más de la mitad de la población tenía menos de 25 años. Y muchos de esos jóvenes del baby boom se contagiaron de cierto aburrimiento ante la sociedad de consumo y las comodidades materiales que proporcionaron el despegue económico de posguerra.

Derechos civiles

La lucha por los Derechos Civiles y el rechazo a la guerra de Vietnam terminaron de cementar un movimiento que tiene sus orígenes en los beatniks que tomaron el distrito norte de San Francisco a finales de los años cincuenta. Desencantados con la prosperidad económica , se aislaron de la sociedad en un ghetto nihilista donde la poesía, el jazz, el folk y las drogas eran la dieta básica diaria. Pero a mediados de los sesenta muchos de ellos cambiaron el lema «queremos que el mundo nos deje en paz» por «queremos cambiar el mundo» y se mudaron hacia la zona de Haight Ashbury para comenzar una nueva revolución.

La llama también prendió en otras ciudades norteamericanas (al otro lado del Atlántico, Londres trató de seguirle el ritmo a «Frisco» sin éxito), especialmente en Los Ángeles, donde se vivió una suerte de ensayo general del Verano del Amor. A mediados de 1966 la riada de hippies que invadía la ciudad generó protestas vecinales y se impuso un toque de queda, al que se respondió con protestas (la mayor de ellas el 12 de noviembre, con Jack Nicholson y Peter Fonda entre los manifestantes) en el bulevar de Sunset Strip que terminaron volviéndose violentas, con graves altercados entre la policía y los «melenudos». Sin embargo, lo de San Francisco adquirió dimensiones mucho mayores.

El 6 octubre de 1966 el LSD fue declarado ilegal , y los creadores de la revista alternativa «San Francisco Oracle» convocaron la protesta pacífica «Love Pageant Rally» en el parque Golden Gate, con actuaciones de Janis Joplin y Grateful Dead y las inefables performances de los Merry Pranksters de Ken Kesey antes varios miles de asistentes. Aquel evento, que terminó con una ingesta masiva de ácido, puso la semilla del «Human Be In», celebrado en el mismo lugar el 14 de enero de 1967. Esta vez acudieron 30.000 personas, un éxito que desbordó las expectativas de los propios hippies, que por primera vez fueron conscientes de su número y de que podían poner en práctica su utopía. Allí, el profesor de Harvard Timothy Leary pronunciaría las célebres palabras «turn on, tune in, drop out» ante una audiencia que las memorizó y adoptó como si de mandamientos se tratasen. Desde ese momento todos ellos abandonarían la vida convencional dejándolo todo, colegio, familia, trabajo… Los medios de comunicación se hicieron eco de ésta y sucesivas concentraciones en el parque Golden Gate , y la llamada del amor corrió como la pólvora por todo Estados Unidos.

El goteo de hippies fue inundando el barrio de Haight Ashbury, y cuando llegaron las vacaciones estudiantiles del spring break de marzo, un nuevo torrente de adolescentes estuvo a punto de colapsar la ciudad. En abril, la vanguardia del movimiento creó el «Consejo para el Verano del Amor» para intentar ofrecer una imagen positiva de lo que estaba ocurriendo, pero los noticiarios nacionales relataban con dramatismo ante millones de espectadores que para estos jóvenes vagabundos (algunos eran casi niños) era fácil encontrar alojamiento sin tener un centavo en el bolsillo, y que colectivos como The Diggers incluso los recibían repartiendo ropa y comida gratis. Un desmadre intolerable . El efecto de la psicología inversa fue inmediato, y al llegar el mes de junio el Verano del Amor estalló sin control, siendo ya considerado un problema de orden público cuando los «visitantes» alcanzaron la cifra de cien mil.

El día 21 miles de hippies se reunieron en una colina cercana a Haight Ashbury para celebrar el solsticio que dio el pistoletazo de salida al Summer of Love . Las autoridades prácticamente se habían rendido ante las circunstancias, y ya solo confiaban en que todo pasase en cuanto terminase el verano. Y en gran medida, así fue. Quedaban, sin embargo, tres meses por delante que cambiarían el mundo, en los que miles de personas buscaron un cambio social y personal basado en una espiritualidad libre de necesidades materiales, en el respeto al arte, en el amor libre, el apoyo mutuo, la igualdad y el antibelicismo. Fue un verano de hedonismo, pero también de insurrección (se llegaron a hacer quemas públicas de dinero, el Mal materializado) y sin duda también de creatividad, del que surgieron algunos de los mejores discos de la historia del rock’n’roll , un verano de sonrisas y energía positiva que duró hasta que las calles de la ciudad empezaron a convertirse en un zoo humano lleno de claroscuros.

La sombra de la droga

Muchos jóvenes llegaron allí buscando drogas única y exclusivamente. Poco a poco las comisarías fueron llenándose de detenidos, las paredes se inundaron de carteles con caras de niños y niñas fugados de sus casas, algunos llegados desde la otra punta del país, y la heroína empezó a abundar misteriosamente. Mientras, algunos oportunistas abrían negocios como tiendas de souvenirs hippies (algunas de ellas aún siguen en pie) o incluso «safaris» en autobús por Haight Ashbury con un guía explicando las peculiaridades de la «fauna» que aparecía en cada esquina, lo que llevó a una lenta pero incesante degeneración de la inocencia original del fenómeno.

Así, en octubre de 1967 varios activistas contraculturales organizaron una última marcha, «The Death of the Hippies», desfilando con ataúdes por el barrio. Otros prefirieron mantener vivo el movimiento trasladándose a la Telegraph Avenue de Berkeley, y extendiéndolo de forma masiva en acontecimientos multitudinarios como el Festival de Woodstock, la última cima de un « flower power » que desde entonces no hizo más que descender hacia la realidad.

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