Antigua modelo y ex presentadora de televisión, Karina Rabolini ahora está volcada en su fundación
Antigua modelo y ex presentadora de televisión, Karina Rabolini ahora está volcada en su fundación

«Querer imitar a Eva Perón sería una falta de respeto»

El marido de Karina Rabolini, Daniel Scioli, es candidato a la Presidencia de Argentina

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Karina Rabolini (48 años) ya es primera dama de un territorio igual de grande que Italia. Su marido, Daniel Scioli (58), gobernador de la Provincia de Buenos Aires, dirige el destino de casi 17 millones de personas, una cifra equivalente a la población de los Países Bajos, y es el favorito para ganar las elecciones presidenciales del próximo octubre. El fin de semana pasado, el dirigente peronista salió victorioso de las primarias con casi el 40 por ciento de los votos y ahora está a dos meses y diez puntos de suceder a su madrina política, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Algunos periodistas argentinos comparan a su consorte con Máxima de Holanda: rubia, alta, educada y con aptitudes para tratar con las masas.

Otros, en cambio, se aferran a su moño perenne para tacharla de imitadora de Eva Perón.

Cuenta la leyenda que una vez le preguntaron a Christian Dior a qué reinas vestía y él contestó: «A Evita Perón». El diseñador francés fue quien le recomendó a la «líder de los descamisados» que luciera el pelo recogido con un chignon para competir en elegancia con las clases altas bonaerenses de la época. Rabolini, más austera y más chic que su predecesora, alega explotar el icónico peinado por razones de practicidad. «No tengo tiempo de ir a la peluquería y el chignon es lo más rápido y fácil que me puedo hacer yo misma en el coche», confiesa en conversación telefónica con ABC. Cuesta creer que esta popular ex modelo y ex presentadora de televisión devenida en empresaria de la moda se peine sola en un vehículo oficial minutos antes de pisar los fangos de las zonas más pobres de la provincia de Buenos Aires.

Rabolini, que lleva casi 30 años junto a su marido, compagina a la perfección el papel de primera dama -entrega microcréditos, inaugura programas de sanidad, otorga becas- con el de socialite e it girl madura -asiste a fiestas elegantes, posa para revistas de moda, compra ropa de firmas internacionales-. Por la mañana se la puede ver regalando bicicletas a los niños de las escuelas rurales bonaerenses y por la noche, asistiendo a una glamurosa gala en el Teatro Colón. Rara vez la esposa de un político se cuela en la lista de las mejor vestidas de Argentina, pero ella siempre se hace un hueco a golpe de prendas que combina con accesorios de su propia marca, un emporio de ropa, cosmética y gafas que factura millones de pesos al año.

En 2014, incluso lanzó un modelo de gafas «presidenciales», un diseño de color naranja y cristales espejados que lucieron los presentadores de televisión más influyentes de Argentina. «Son gafas para mirar el futuro con optimismo», adujo ella. Cada vez que suelta una de esas frases, su marido gana un nuevo votante o al menos le roba una sonrisa a sus opositores. Por eso algunos analistas políticos ven en la exmodelo la mejor arma de Scioli para conquistar al electorado más crítico con el peronismo. Después de todo, ella no es una peronista de nacimiento. «Yo no era peronista. De hecho, cuando era pequeña, en mi casa jamás se hablaba de política. Recién en 1996 me afilié al partido y solo lo hice para votar a Daniel en unas internas. Con los años he adoptado el peronismo y me siento peronista. Ahora comparto sus principios», dice.

-Detrás de todo político peronista hay una candidata en potencia...

-Jamás sería candidata a nada ni tampoco ocuparía ningún cargo político o público. Tengo mi actividad privada y con ello ya tengo suficiente. Es verdad que es una característica del peronismo que las mujeres se involucren en la política. Es así es desde la época de Eva Perón, que marcó el camino para el resto de mujeres. Me gustaría seguir ayudando al pueblo, pero no necesito hacerlo desde un cargo público.

-Pero supongo que no le habrán faltado ofertas.

-La única persona que podría ofrecerme entrar en política es mi marido y él jamás lo ha hecho. Daniel me conoce y nunca me lo pediría.

-Dicen que su peinado es un guiño a Eva Perón.

-No, tratar de imitar a Eva Perón sería una falta de respeto. Me hago este moño porque es cómodo. Ahorro mucho tiempo de peluquería. Empiezo a trabajar muy temprano y termino por la noche y este peinado es lo que mejor aguanta mi agenda.

-Es una de las mujeres más elegantes de Argentina. ¿Falta elegancia en la política?

-Ante todo, muchas gracias por el cumplido. Para responder a su pregunta, creo que en política la parte estética es un aspecto a tener en cuenta, pero obviamente no es lo más importante.

-¿Le gusta el estilismo de Cristina Kirchner?

-La palabra elegancia viene del latín, de eligere, que significa elegir. Cada uno tiene que elegir su propio estilo. Una mujer no necesariamente tiene que seguir el ritmo de la moda o comprar lo más caro para ser elegante. Se trata de crear tu propio estilo.

-¿Y ella tiene estilo?

-Tiene una personalidad muy fuerte y su estilo lo refleja.

-¿Cómo es un relación con la presidenta?

-Tiene más relación con mi marido, pero conmigo siempre ha sido muy cariñosa.

-¿Se pueden tener amigas en política?

-Sí, yo las tengo. Pero no hay que confundir amistad con conveniencia, que es lo que abunda en política.

Ciertamente, Rabolini tiene buenas amigas en la política, incluso en el bando contrario al de su marido. Las páginas de sociedad de la prensa argentina rebosan de fotografías de la primera dama bonaerense junto a la mujer de Mauricio Macri, el principal contrincante de Scioli en las próximas presidenciales. Rabolini y Julieta Awada coinciden en numerosos desfiles de moda, almuerzos benéficos y fiestas, y posan siempre como confidentes. «Con Julieta somos amigas desde hace muchos años y jamás hablamos de política. Tenemos otros temas de los que conversar», explica al otro lado del hilo telefónico. «Mi marido también es amigo de Mauricio. Nos tenemos mucho respeto». Esa complicidad con el candidato preferido del electorado más conservador ayuda a que los Scioli ganen posiciones como una pareja dialogante.

-Usted tenía 18 años cuando conoció a su marido. Entonces él tenía 30 y era un deportista de élite. Ahora es político y presidenciable. ¿Ha cambiado mucho?

-Llevamos casi 30 años juntos, con un impasse de cuatro años. Daniel sigue siendo el mismo, aunque hemos pasado por muchas cosas. Él perdió su brazo derecho en un accidente. Años después se quemó nuestra casa y tuvimos que saltar de un décimo piso. Me quebré las piernas y estuve varios meses en silla de ruedas. Ha sido una vida vertiginosa y él siempre ha estado en los momentos difíciles.

-¿Todo eso les unió más?

-Es mi columna vertebral, porque no tenemos hijos. Daniel tiene una hija de una relación juvenil y los tres formamos una familia.

-Hablando de hijos, usted impulsó la ley para garantizar la fertilización asistida a través de la sanidad pública…

-Eso fue un proyecto de Daniel que surgió de nuestra vivencia personal. Nosotros estábamos intentando varios tratamientos de fertilización que no tuvieron éxito. En esa época nos dimos cuenta de lo caro que es ese proceso. Conocimos a mucha gente que tuvo que pedir préstamos e hipotecar sus casas para poder hacer estos tratamientos. Por eso decidimos impulsar este proyecto que ya es ley nacional.

-¿Dejaría su empresa si llega a la Casa Rosada?

-Mientras no tenga negocios con el Estado supongo que podré seguir con mi empresa. El negocio está en manos de mis socios y yo estoy dedicada a acompañar a Daniel.

-La han comparado con Máxima de Holanda. El diario «Clarín» incluso publicó un perfil suyo titulado «La primera dama que quería ser princesa»…

-No he querido ni leerlo.

-¿Se siente más próxima a Máxima o a Evita?

-Las dos gozan de mi mayor respeto y admiración. Pero quien haya sugerido que quiero parecerme a una u a la otra no me conoce demasiado.

-La escucho y presiento que le pesa un poco la atención mediática.

-El gran cambio en la vida de la mujer de un político es la exposición pública. Pero yo he trabajado toda mi vida con los medios de comunicación. He crecido frente a las cámaras. Podría decirse que he nacido para esto.

Ver los comentarios