Marilyn Monroe en «La tentación vive arriba», de Billy Wilder
Marilyn Monroe en «La tentación vive arriba», de Billy Wilder - cordon press

Se acerca el final de la sana costumbre de bañarnos

La falta de tiempo, el ahorro en el consumo y la falta de espacio están acabando con el placentero hábito de sumergirse en la bañera

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Cuenta el «Financial Times» (y antes lo hizo «Harper’s Bazaar») que el diseñador Tom Ford se da cinco baños diarios y cuando está especialmente estresado, lo hace cada una o dos horas. «Me sumerjo y pienso. Esta «manía» va a más a medida que cumplo años», declaraba en el documental «Visionaries: Inside The Creative Mind». Y no es el único que se entrega al proceso de creación en la bañera. Christian Dior imaginaba sus colecciones dentro del agua, Agatha Christie allí dentro ideaba sus crímenes y Virginia Wolf escribió «Una habitación propia» (1929) tras un golpe de inspiración mientras chapoteaba en su tina. Estos «bañistas» caseros, sin embargo, son una especie en extinción según los profesionales del sector consultados.

El momento bañera es sinónimo de iluminación, relajación, desconexión...

Pero parece condenado al olvido por la premura de la ducha. «Es, fundamentalmente, una cuestión de espacio», explica Raquel Guarinos, directora de Only You, el hotel más fashion de Madrid en el que no hay una sola bañera «porque en la calle Barquillo no sobran los metros». De modo que el tamaño, como el tiempo, también importa.

Purificar el agua

A eso se añade el gasto. Los baños por inmersión implican un alto consumo de agua, así que, para quienes no renuncian a esta costumbre, ya se están creando prototipos en los que el agua que se emplea en los dos primeros baños se purifica para, luego, ser reutilizada.

En cuanto al impacto sobre la piel, la Academia Española de Dermatología y Venerología (AEDV) recomienda la ducha, aunque advierte: «Debe ser corta, con agua templada y limpiadores de ph neutro». Según Claudia Di Paolo, directora de un espacio de belleza que lleva su nombre, el problema no es tanto dónde te lavas sino cómo lo haces: «El uso frecuente de productos agresivos ataca a las capas superficiales de la piel y a nuestras defensas, además de resecarla e irritarla. Hay que comprar geles espumosos, no detergentes, y no abusar de los exfoliantes», apunta.

Según el equipo de Korres España, los productos más solicitados en sus establecimientos son los multifunciones -perfume, limpieza e hidratación en uno-, que aportan una experiencia sensorial y una hidratación profunda durante sus duchas exprés. Caroline Arrú de Caveda, directiva de Marionnaud, asegura que los productos de baño tienen más salida como regalo que para consumo propio. Y la doctora Electa Navarrete, de Eternal Beauty Clinic, piensa que no es tan importante el cosmético como sumergirse en agua de manera obsesiva. «Bañarse o ducharse más de tres veces al día altera el PH de la piel y debilita la barrera de protección».

¡Pobre Tom Ford! Di Paolo cree que hay que emular a los japoneses, que se bañan todos los días protegiéndose previamente con aceites y sales. «No hay que condenar el baño, porque cada vez adquiere un papel más necesario para controlar el estrés». ¿Y que me dicen del papel que juega en la seducción? Inolvidable la fabulosa Marilyn Monroe en la escena de bañera en «La tentación vive arriba» (1955), de Billy Wilder. Los italianos, versados en múltiples artimañas para el cortejo, incluyen en el «room service» de sus alojamientos una «carta de baños» en hoteles de alta gama: románticos, relajantes, excitantes... El baño, al menos, quedará como un reducto de placer.

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