Remojón en Vallecas

El casco antiguo del distrito de Puente de Vallecas se llenó ayer de gente que, al contrario que el resto de días, se refugiaba del calor saliendo a la calle. A las 16.20 horas, con 36 grados a la sombra, una charanga ya recorría la calle de Peña Gorbea. Tocaba tambores y trompetas para animar a unos vecinos con los deberes hechos: habían comprado pistolas de agua de juguete, el objeto «estrella» de la tarde.

En la otra punta del también conocido como Bulevar de Vallecas, una carroza pirata de la Cofradía Marinera se convertía en el escenario en el que la activista social y componente del grupo musical Amistades Peligrosas, Cristina del Valle, daba su discurso.

Al comienzo del pregón, la artista adelantaba que 20.000 personas iban a participar en esta Batalla de Agua, que servía para «limpiar el machismo y bañar nuestros sueños de paz y libertad».

También añadió que esta fiesta, «y no otras», era la de la gente decente y que con ella también se pedía «limpiar la desvergüenza y la corrupción». Cristina del Valle terminó su discurso de igual manera que el partido político Podemos, el grito de «¡Sí se puede!».

Y sirvió de pistoletazo de salida a la guerra abierta de cubos, globos y botellas que soltaban agua para el disfrute de los vallecanos, que una vez al año «tienen un puerto de mar». La fiesta continuó con un correcalles lleno de música y más agua.

El año pasado, en estas fiestas del Carmen, tuvo como lema principal «Mójate por Alfon Libertad», en referencia al condenado a cuatro años de prisión por tenencia de explosivos durante la huelga del 14 de noviembre de 2012. Aunque la reivindicación de este año era otra, sí había un grupo de jovenes en las calles de Vallecas con una pancarta que rezaba «1 año sin Alfon Libertad».

La otra cara de este evento es la de aquellos que consiguen sacar rédito de este rito, las tiendas regentadas por trabajadores asiáticos; fueron las que consiguieron sacar partido económico de la Batalla Naval. Ayer, en su tienda de la avenida de la Albufera, Hao vendía las últimas existencias de juguetes acuáticos que le quedaban en su establecimiento, la mochila-depósito con manguera, por 8 euros, y una mini-pistola por uno.

Aunque la afluencia de gente a la tienda de Hao era considerable, no se puede comparar a los grandes vencedores en la venta de juguetes. La tienda Fashion House, lencería y complementos, de la avenida del Monte Igueldo, tenía colocada en la puerta del establecimiento una gran caja de cartón llena de pistolas de agua. Al ser preguntados por cuántos juguetes habían vendido, respondían que habían perdido la cuenta de las ventas de artículos, que la gente rebuscaba en la caja que otra empleada iba reponiendo cuando las pistolas se vendían.