Guitarras Ramírez tiene un taller en Tetuán y una tienda en la calle de la Paz
Guitarras Ramírez tiene un taller en Tetuán y una tienda en la calle de la Paz - BELÉN RODRIGO

De Paul McCartney a Paco de Lucía: las guitarras madrileñas que construyeron la historia de la música

Con un sonido característico, colorista, dulce y muy español, las guitarras artesanales Ramírez han recorrido palcos de todo el mundo en las manos de grandes artistas

Madrid Actualizado: Guardar
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Amalia Ramírez habla con orgullo del pasado, presente y futuro del negocio de su familia: un taller de guitarras artesanales. Razones no le faltan. Desde que su bisabuelo José Ramírez, con 12 años, empezase con el oficio de guitarrero en el taller de Francisco González, en 1870 hasta la actualidad, son muchas las historias que han pasado por esta casa. Y cada vez van descubriendo nuevos detalles y curiosidades de la trayectoria de sus antepasados.

Las guitarras Ramírez son, para muchos, las mejores que se encuentran en el mercado. «Cuentan con un timbre muy reconocible y un sonido muy característico, colorista, dulce y muy español», explica a ABC Amalia Rodríguez, la cuarta generación de la familia Ramírez que está al frente del negocio.

Andrés Segovia inició y acabó su brillante carrera con una Ramírez y son muchos los guitarristas que confían o confiaron en esta casa en algún momento de su trayectoria musical, como es el caso de Paul McCartney, Carlos Santana, Marc Knopfler, Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar, Víctor Monge Serranito o Enrique Morente.

Investigando en el pasado de la familia, hace poco tiempo descubrieron que el padre de José Ramírez, llamado Domingo, era constructor del gremio de la madera. «Mi bisabuelo fue maestro de su hermano pequeño y su otro hermano también era guitarrero en Logroño. Creemos que el interés por el oficio les viene de su padre, quien era amigo del Marqués de Salamanca, gran aficionado a la guitarra», aclara Amalia. En 1882 murió el maestro de José Ramírez y en ese momento se instaló por su cuenta en la Cava Baja, 26, que era la vivienda de su hermano Manuel. Con el paso del tiempo los hermanos se separaron y José se fue a Concepción Jerónima,2 , local que mantuvieron hasta 1995 donde además de taller estaba la tienda. Con el tiempo se convirtió en engranaje clave de la Escuela de Guitarreros de Madrid, gracias a las mejoras y desarrollo que aplicaron al instrumento. Hoy se la considera una de las empresas artesanas de construcción de guitarras españolas más importante del mundo, y la casa más antigua de guitarras españolas por línea directa (de padres a hijos).

La primera y última guitarra de Segovia

Amalia recuerda muchas historias relacionadas con la trayectoria de los hermanos José y Manuel, que han ido contando padres a hijos. «Mi bisabuelo José es quien creó la guitarra de tablao», aclara. Por aquellos tiempos la guitarra más popular era la flamenca y en esos tiempos era muy pequeña «ya que actuaban el palmero, el guitarrista y el cantaor en espacios reducidos», comenta Amalia. Al ponerse de moda los tablaos flamencos hizo falta una guitarra mayor, para que se escuchase mejor, y así es como José Ramírez expandió su negocio. De Manuel cuenta una anécdota entrañable y trascendental para el futuro del negocio. Estando en su tienda con el catedrático de violín José del Hierro, apareció un joven vestido de forma extravagante queriendo alquilar una guitarra para un concierto, algo que no se hacía. «A Manuel le hizo gracia el chico y le dejó una guitarra para escuchar cómo tocaba, quedándose alucinado cuando le oyó», relata la responsable de guitarras Ramírez. Manuel decidió regalarle la guitarra «y aquel joven resultó ser Andrés Segovia que actuó en el Ateneo de Madrid en un legendario concierto». Guitarra que ahora se encuentra en el museo Metropolitan de Nueva York.

En el taller fabrican entre 60 y 70 guitarras artesanales al año
En el taller fabrican entre 60 y 70 guitarras artesanales al año - BELÉN RODRIGO

Pasamos a José Ramírez II, quien decidió marcharse a América donde se casó con una española. A la muerte del patriarca de la familia tuvo que regresar a Madrid y hacerse cargo del taller después de comprar la parte que les correspondía a sus hermanos. Con él aprendió su hijo, llamado José Ramírez III, padre de Amalia. «Fue quien dio un gran salto en la construcción de la guitarra porque inventó muchas cosas. Entre ellas, descubrió el cedro rojo de Canadá para la tapa, cuando lo tradicional era hacerla de abeto alemán. De esta forma logró dar a la guitarra un sonido espectacular», explica su hija. Creció tanto el negocio que llegó a tener 32 discípulos y un taller en Las Ventas. Un día fue a visitar a Andrés Segovia que por aquellos tiempos tocaba una Hauser para saber qué hacía falta en una guitarra «En 1960 reunió todos los experimentos que hizo con Andrés Segovia en una misma guitarra que el artista se quedó y con ella realizó una gran gira por Australia. Desde entonces y hasta su muerte, tocó siempre una Ramírez», recuerda emocionada Amalia. Ella aprendió el oficio con su padre a la vez que su hermano, José Ramírez IV, quien diseñó una guitarra de estudio «muy cómoda». El primero falleció en 1995 y el segundo en el 2000, haciéndose ella cargo del negocio aunque desde 2006 cuenta con la valiosa ayuda de sus sobrinos Cristina y José Enrique.

Fabricación de la guitarra

En el taller, situado ahora en la calle General Margallo, 10, trabaja el encargado, que es oficial de primera, al igual que José Enrique Ramírez, y tres ayudantes más. Además Cristina Ramirez compagina diversas funciones en la oficina con la de aprendiz en el taller, siguiendo la tradición familiar. «Una guitarra artesanal tarda en hacerse cuatro meses y las hacemos de cuatro en cuatro», explica Amalia. Para ella lo más importante a la hora de hacer una buena guitarra «es amar el oficio porque cada guitarra lleva la marca de la casa». Además es importante tener habilidad manual y contar con un buen diseño. Se tarda una media de 5 años para ser oficial en el taller.

En guitarras Ramírez se fabrican entre 60 y 70 guitarras al año y tienen una lista de espera de dos años. Entre sus clientes se encuentran tanto profesionales como coleccionistas y aficionados. «Tenemos muchos cirujanos que tocan la guitarra, es da mucha agilidad a los dedos», cuentan en el taller. Existen varios modelos de guitarras artesanales, divididas entre las clásicas y las flamencas. Entre las primeras encontramos la tradicional, «que diseñó mi padre en los años 60 y contamos con varios modelos ornamentales», explica Amalia; la histórica; la denominada «auditorio», diseñada por Amalia Ramírez, «en la que utilizo nuevos materiales» que está teniendo mucho éxito o un modelo más clásico, de principios de siglo pasado, con tapa de abeto. En Ramírez también se venden guitarras de estudio, más económicas, realizadas en fábricas españolas «con nuestros criterios, y las acabamos en el taller», aclara Amalia. Y una gama blanca de guitarras, todas producidas en España que pasan igualmente por sus manos antes de salir al mercado.

En cuanto a los precios, varían mucho. Las profesionales se venden a partir de 4.665 euros, las tradicionales a partir de 8.565 euros y ediciones especiales, como la de los 125 años de Ramírez asciende a más de 22.000 euros.

Guitarras Ramírez ha diseñado varios modelos de la boca de la guitarra
Guitarras Ramírez ha diseñado varios modelos de la boca de la guitarra - B.RODRIGO

En el taller destacan la importancia de utilizar madera bien curada de forma natural. Cuentan con un almacén donde tienen maderas de hace más de 40 años, «muy buena». ¿Alguna dificultad a la hora de hacer una guitarra? «Aunque sea un trabajo mecánico hay pasos más complicados. Por ejemplo, el grabado del diapasón es muy pesado», confiesa la responsable del taller, quien supervisa todas las guitarras realizadas en el taller. Además, «cada guitarra tiene sus exigencias particulares».

Además del taller guitarras Ramírez cuenta con una tienda en la calle de la Paz, muy próximo a la Plaza Mayor de Madrid. Allí además de poder ver los diferentes modelos a la venta cuentan con una colección de guitarras de la familia y algunas de ellas han pasado por las manos de grandes guitarristas. Venden igualmente accesorios para la guitarra, partituras y discos de los guitarristas que tocan con una Ramírez. Recientemente han lanzado la tienda online.

En Ramírez se respira música, arte y mucha pasión por un oficio cuyo futuro está bien asegurado gracias a Cristina y José Enríque Ramírez y el entusiasmo y dedicación que les transmite su tía Amalia.

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