Una nueva oportunidad de futuro sin brecha digital

Jóvenes en riesgo de exclusión que han abandonado los estudios luchan por aprender una profesión y mejorar sus habilidades tecnológicas gracias a la economía circular

Las jóvenes aprenden competencias tecnológicas en los ordenadores donados ISABEL PERMUY

Carlota Barcala

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Candela, Aya, Denisa y Bárbara no se conocieron hasta este año pese a las vivencias similares que han tenido que enfrentar. Sus vidas discurren casi en paralelo: las cuatro jóvenes abandonaron el instituto a los 16 años , pertenecen a familias en situación de vulnerabilidad y el difícil trance económico que atraviesan ha tatuado en ellas la brecha digital, pese a entrar dentro de la generación que, en teoría, mejor sabe utilizar las tecnologías. Con esfuerzo y superación, luchan por poner fin a las dificultades, a un futuro sin opciones, y persiguen una nueva vida, esta vez, dentro de las aulas de la Unidad de Formación e Inserción Laboral (UFIL).

Denisa fue la última en poner un pie en la UFIL San Ramón, en la localidad de Parla. Llegó en febrero decidida a aprender estética tras decir adiós cinco meses antes al instituto en el que estudiaba. «Sentía que no era lo mío, no me veía capaz. Estaba estancada», dice sobre los estudios de Secundaria que cursaba hasta entonces. «No podía seguir más así», reconoce.

Allí conoció a sus compañeras: Aya y Bárbara estudian estética, como ella; Candela (nombre ficticio) se decantó por peluquería . Ahora, forman un grupo que batalla, junto a otros 40 jóvenes de entre 16 y 20 años, por cambiar de realidad, algunos también en el curso de automoción, y que pasean cada día, en horario escolar, por los pasillos del centro. «Entramos a las 8.30 y salimos a las 14.30 horas. Empezamos dando clases de Historia, Lengua, Matemáticas... Todo lo que necesitamos saber en un futuro, como en cualquier sitio», explica Denisa: «Luego, entramos al taller». Depilación, masaje, maquillaje, uñas... Aprenden todas las ramas de aquello a lo que se quieren dedicar. Y, además, se preparan para la vida laboral, haciendo énfasis en el aprendizaje de habilidades digitales.

Aya, Denisa y Bárbara realizan una práctica de manicura en el taller de la UFIL ISABEL PERMUY

Andrea Alcobendas, formadora de proyecto de Plan Internacional, ONG que gestiona la UFIL creada en el curso 2017-2018 para proporcionar formación adecuada a jóvenes en riesgo de exclusión social , es la encargada de impartir este tipo de talleres. «Más allá de enseñarles a hacer un currículum o una entrevista, les enseñamos a que conozcan sus fortalezas, sus retos y como mejorar. Desde lo básico de habilidades sociales hasta cualquier competencia digital que les sirva en la búsqueda de empleo», cuenta la responsable, que resume: «Rompen barreras».

Empresas y particulares

Ese taller lo dan con cinco ordenadores donados por Madrid Futuro gracias a la iniciativa Economía Circular, que da una segunda vida a los dispositivos proporcionados por empresas. En dos meses, 122 ordenadores se han repartido a asociaciones benéficas logrando beneficiar a mil familias . En las UFIL de Madrid han terminado 22 de ellos, dando servicio a 300 jóvenes vulnerables. Ahora, estudian ampliar el servicio de donación para todos aquellos particulares que quieran entregar un aparato que ya no usen. Ellos lo reacondicionan y lo entregan a una asociación.

De vuelta al aula de estética, Aya y Bárbara realizan una manicura. La primera de ellas tiene 17 años; la segunda, 18, la única mayor de edad de este grupo. «No sabía ni hablar bien español. Me sentía muy incómoda en el instituto», cuenta Aya, nacida en Marruecos. Fue una profesora la que le habló de la UFIL y cada mañana, desde septiembre, se levanta a las 6 para poder, algún día, trabajar como manicura. Al igual que Bárbara, que ya hizo peluquería dos años antes. «Iba muy mal en el instituto. La estética me motiva porque soy muy creativa», cuenta esta joven.

En la sala colindante, Candela, de 16 años, moldea con unas tenacillas una peluca. Llegó en enero al centro tras irse de un instituto de Fuenlabrada porque sus compañeros le hacían 'bullying' . «Me atacaban, se metían conmigo cuando opinaba o preguntaba en clase y entré en un círculo de ansiedad en el que no quería ni salir de casa», dice ella. Todas esas vivencias intentan dejarlas atrás. Solo hay una opción: labrarse una nueva vida que no sería posible sin esta cadena entre entidades y sus ganas de mejorar.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación