Interior del monumento a las víctimas del 11-M, ayer, en la estación de Atocha
Interior del monumento a las víctimas del 11-M, ayer, en la estación de Atocha - MAYA BALANYA

Un millar de personas alimentan a diario el recuerdo a las víctimas del 11-M

El monumento de la estación de Atocha, reparado en diciembre, roza el medio millón de visitantes al año

Madrid Actualizado: Guardar
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El 11-M permanece como una esquirla en el corazón de los madrileños. El monumento a las víctimas en la estación de Atocha parece, a ratos, un elemento desapercibido entre el trajín diario de pasajeros, pero a pesar de esa sensación recibe una media de mil visitantes al día, según Renfe; una estadística fría y distante que, no obstante, revela la necesidad de que los años no acomoden el dolor.

Mañana, duodécimo aniversario de la masacre, el interior del monolito recibirá de nuevo a familiares, amigos y testigos. Hace un año, al calor de los atentados de Charlie Hebdo y Copenhague, los actos reivindicativos fueron un alegato contra el terrorismo yihadista. La presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), Ángeles Pedraza, advirtió entonces, en el Bosque del Recuerdo del Retiro, de que «la bestia del terrorismo yihadista» había «despertado». El discurso, que destacó la «necesidad de una respuesta global y sostenida», ha ganado vigencia en este periodo, por la amenaza constante y omnipresente, refrendada de nuevo en París a medidados de noviembre.

Dos meses semiabandonado

El monumento de Atocha, uno de los recuerdos perpetuos de la capital a las 193 víctimas, no ha recibido institucionalmente la misma consideración en el último tiempo. Estuvo casi dos meses semiabandonado, entre octubre y noviembre, cerrado al público y con el plástico que contiene las frases de homenaje tirado por el suelo. Era la quinta ocasión desde su inauguración, en 2007. El estado del monumento, que no está considerado como tal, fue catalogado por la presidenta de la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo, Pilar Manjón, como un «abandono total».

El problema principal que lo acompaña es que la membrana estructural, donde se sitúan las frases, no se sostiene correctamente; de ahí las averías. Reparado a mediadios de diciembre, el Ayuntamiento contempló en los presupuestos de 2016 una partida de 220.000 euros para la implantación de un diseño estable para que no volviesen a generarse desperfectos.

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