Joaquín Ariza, artífice de la «resistencia» de Núñez de Balboa

«El Gobierno no ha gestionado bien la crisis sanitaria, ¿por qué todavía no ha dimitido nadie?»

Este prejubilado de 59 años es la cara más visible del movimiento que nació en el madrileño barrio de Salamanca y que se ha extendido a más puntos, no solo de Madrid, sino del resto de España

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Fotografía de archivo de Joaquín Ariza hablando ante los medios EFE / Emilio Naranjo

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Viste un pantalón cómodo y va en mangas de camisa, la gorra roja con que cubre su cabeza y el megáfono del que no se separa son ahora sus señas de identidad. Joaquín Ariza , prejubilado de 59 años, se ha convertido en la cabeza visible del movimiento de «resistencia» nacido en el madrileño barrio de Salamanca para protestar contra el Gobierno de Sánchez y su gestión de la crisis del coronavirus.

Vecino de la zona desde hace «casi seis años», Ariza lee cada día, a las 21.00 horas, en el cruce de las calles Núñez de Balboa y Ayala, un manifiesto que incide en las altas cifras de muertes y contagios que ha registrado el país a pesar de «sufrir uno de los regímenes de confinamiento más grandes del mundo». Lo hace ante los medios de comunicación, subido en un banco y con el permiso de los policías que custodian la zona , quienes se encargan de que la gente que pasea por allí, casi toda partícipe de la cacerolada que se convoca a esa hora, no se pare a su alrededor y forme aglomeraciones que hagan aún más difícil mantener las distancias de seguridad, asignatura pendiente en las protestas.

Ariza explica a ABC cómo surgió el movimiento: «La Policía hizo un despliegue aquí, en esta calle [Núñez de Balboa], en el trozo entre Don Ramón de la Cruz y Ayala, bastante desproporcionado; somos muchos los vecinos del barrio que ese día sentimos miedo. Alguno de nosotros fue incluso identificado por gritar "Gobierno dimisión". Desde entonces, vengo a pasear todos los días, me encuentro con gente que también viene y compartimos paseo. Todo el mundo va con mascarilla y casi todos intentamos guardar los dos metros de distancia». Este miércoles se cumplirán ya once días desde que los vecinos de Salamanca hicieron la primera protesta.

Un objetivo claro

«Las circunstacias son tremendas: somos el segundo país del mundo con más muertos por cada 100.000 habitantes y el que ha registrado más sanitarios contagiados. [...] La realidad es que el Gobierno no ha gestionado bien la crisis sanitaria y los resultados así lo demuestran; eso es lo que nos tiene aquí», expone, y añade: «Nos preguntamos por qué todavía no ha dimitido nadie , ¿no hay ningún responsable?, es decir, ¿lo hemos hecho todo bien?, ¿tenemos esas cifras tan desastrosas y el Gobierno sigue como si no hubiera pasado nada?, ¿nadie va a asumir responsabilidades? Ese es el espíritu de este paseo». Cuando se le pregunta por el objetivo del movimiento, la pretensión de las caceroladas, afirma con determinación que lo que quieren es que «el Gobierno asuma sus responsabilidades» y confiesa: «A la crisis sanitaria se está superponiendo una especie de sombra sobre el ejercicio de las libertades que nos preocupa bastante».

Contra las sospechas

Durante la conversación, Ariza también habla de las declaraciones que el delegado de Gobierno en Madrid, José Manuel Franco , hizo este martes en el programa «Espejo Público» (Antena 3). Preguntado por si había organizaciones detrás de las caceroladas , dijo: «No tenemos pruebas, si las tuviéramos evidentemente actuaríamos contra ellos. Pero parece ser que es un movimiento bastante organizado en el sentido de que últimamente se recomienda el uso de mascarillas, que se respeten las distancias de seguridad, aunque no las están respetando... y en ese sentido podemos decir que los cuerpos de seguridad van a estar muy atentos a preservar la salud de los madrileños. No se trata de reprimir a aquellas personas que puedan estar en contra del Gobierno, sino de poner a salvo la salud de la gente. A algunas personas irresponsables que la ponen en peligro creo que les importan poco las víctimas; tienen otros fines que yo considero a veces inconfesables».

Se trata de unas acusaciones a las que Ariza responde con contundencia: «El delegado de Gobierno en Madrid ha salido diciendo que no tenía pruebas pero sí sospechas de que esto estaba organizado. Si no tiene pruebas, que no lo diga; si las tiene, que actúe. Porque ¿qué es eso de decir que no tiene pruebas pero sí sospechas? Yo puedo sospechar muchas cosas pero mientras no se produzca un hecho, mientras eso no esté sostenido por unas pruebas evidentes, el delegado de Gobierno no puede decir eso».

Ola de protestas

Lo cierto es que las caceroladas no se han quedado en el barrio de Salamanca como un fenómeno endémico. Se han extendido a más zonas de Madrid: desde el Paseo de la Castellana o la Plaza de España hasta barrios obreros como Carabanchel, donde se han vivido momentos de tensión entre los vecinos que estaban a favor de las manifestaciones y los que se declaraban en contra. También se han celebrado en otras ciudades de la geografía española. « Este movimiento es imparable. El descontento es absoluto. Yo no sé Pedro Sánchez, sentado en el Palacio de la Moncloa gobernando el país, qué cree que está pasando a la población. A los españoles lo que nos está pasando es que estamos hartos del Gobierno y se lo estamos demostrando en la calle cada día. Aquí, en Núñez de Balboa empezó, pero esto se está extendiendo como una mancha de aceite : cada vez seremos más, cada vez saldrán a la calle más pueblos y ciudadades de España. Esto es imparable porque la gestión ha sido desastrosa», concluye Ariza.

Al lado, una mujer que se había parado a escuchar sus palabras, con el carrito de la compra aparcado, le aplaude. Ariza le sonríe con sus ojos vivarachos, que asoman por encima de la mascarilla. Después comenta, quizás para acallar las voces que dicen que el movimiento es de «gente bien»: «Vivo desde hace casi seis años en este barrio, pero yo no soy ni pijo ni rico. ¡Que ojalá, oye!».

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