Entrevista

«Esta facultad de Derecho y la Complutense en general se están muriendo»

Ricardo Alonso, catedrático de Derecho Administrativo, es el nuevo decano de la facultad de Derecho; candidato de consenso, asume el cargo con el reto de devolver la vida a las aulas vacías

Madrid Actualizado: Guardar
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Lo lleva en sangre. Siente un orgullo especial cuando nombra a su padre, el «gran profesor» Alonso Olea. Hoy, su hijo Ricardo Alonso García, catedrático de Derecho Administrativo, es el decano de esta facultad en la Universidad Complutense (UCM). Ha sido el candidato del consenso. No ha tenido rival. Entre sus retos, devolver la vida a las aulas vacías. Ha tomado posesión de su cargo arropado por miembros de la Justicia, el Gobierno y la política. Y, lo más entrañable para él, de sus compañeros y alumnos.

Tantos casos de fraude, corrupción, extorsión, blanqueo ... Y siempre hay algún jurista metido. ¿Es que el Derecho se está torciendo?

Pues sí. El Derecho, la Economía y la sociedad en general.

Los del Derecho son los que mejor conocen las normas y cómo esquivarlas. Saben cómo hacerlas cumplir pero, si se pone al otro lado de la barrera, saben cómo eludirlas. Quizás sea ese uno de los motivos por los que haya tanto abogado y tanto jurista involucrado en la corrupción. Si estás en el lado de los buenos, si eres un jurista bueno, cumples la ley y si estás en el de los malos intentas lo contrario.

¿Va a haber que aumentar las horas de la asignatura de Ética y Deontología?

Probablemente sí. Aunque yo creo que eso hay que empezar a enseñarlo en los hogares. Y continuarlo en los colegios. Cuando uno llega a la Universidad, con 18 años, está ya semiformado. Si viene maleado poco se puede hacer. Alguien que no mama desde pequeño una serie de valores éticos en su casa, en la escuela y en su entorno, es muy difícil intentar corregir su actitud. Aunque, si es preciso, habrá que introducir los valores a la fuerza. Para eso estamos aquí.

¿Es usted optimista en un cambio de actitud general?

Sí. Siempre lo he sido. Ahora, como decano de la Facultad de Derecho más importante de España, es un compromiso personal. También por mis hijos. Son pequeños pero estoy comprometido a dejarles un mundo más agradable, más justo y más «limpio».

¿La lentitud, ya endémica, de la justicia contribuye al «todo vale» que estamos viviendo?

En efecto, la lentitud de la justicia afecta a todos. A todos. Es desesperante. Pero a mi me sobrecoge la figura del gobernante. La irresponsabilidad del gobernante y la lentitud de la justicia, juntas, forman un cóctel mortífero. Y ojo, porque si la justicia es lenta significa un cheque en blanco para hacer lo que te venga en gana durante el mandato, no ya solo en la política estatal, autonómica o local, sino también en la universitaria. Es decir, si lo que tú haces, por ejemplo en términos de mala gestión, acaba en los tribunales pues cuando llega la sentencia después de años favorable para el interesado y desfavorable para el gobernante, el gobernante ha desparecido ya de la escena. Y le da exactamente igual. ¿Qué sucede? Que aquí nadie o pocos responden por malas gestiones.

Usted ha sido el candidato de la integración. Tiene apoyo en todos los estamentos de esta facultad. Hábleme de sus principales retos teniendo en cuenta que Derecho de la UCM ha pasado de 18.000 a 8.000 alumnos presenciales en poco más de dos décadas.

Parto por agradecer la presencia de tantos grandes nombres del Derecho, la Judicatura y la política que han anunciado asisitir mañana 19 a mi toma de posesión. La mayoría han estudiado aquí o han dado clase; son «complutenses» y eso es un orgullo. Dicho esto, mi principal reto es reverdecer laureles...

¿Cómo dice?

Algo se está haciendo mal en la Complutense y todos nos tenemos que sentir responsables. Yo, el primero, que entre mis años de estudiante y de docente, llevo aquí treinta años. Yo soy hijo de un querido profesor, el catedrático de Derecho del Trabajo Manuel Alonso Olea, muy querido y respetado. Mi padre se jubiló con 75 años y dejó esto llorando. Al profesor García de Enterría le pasó lo mismo. Ahora no veo más que prejubilaciones. La gente, tanto la brillante como la menos brillante, aprovecha para irse. Si antes había que decir adiós casi a patadas al académico de prestigio y paradigmático, ahora no. Ahora hay desencanto. Están deseando irse. Mi reto es recuperar ese prestigio y valorar la experiencia. Esta facultad, y vale también para la Complutense, está languideciendo. Se muere. Se está convirtiendo en una institución triste, incluso en términos anímicos.

¿Eso tiene cura?

Voy a intentarlo. Yo, aquí, he sido muy feliz, como estudiante y como docente. Me duele que esto esté vacío. Es la realidad. Los alumnos no vienen a clase y los profesores tampoco. Esto tiene consecuencias anímicas. Antes íbamos los profesores a tomar un café entre clase y clase y te volvías sin tomarlo porque había seis filas y no llegabas a la barra. Había vida. Aquí, como profesor, no se gana mucho pero yo he conocido la alegría, la libertad y la felicidad. Mi primer reto es, por tanto, que la gente venga a la Universidad. Luego diseñamos la calidad porque sin gente no vas a enseñar a las paredes.

¿Algún plan para revitalizar esta facultad de Derecho?

Por ejemplo, impulsar las actividades culturales y los debates, así como el cine, la música y el teatro.

¿Qué parte de culpa en ese vacío y en esa languidez tiene el aprendizaje a través de la tecnología?

Muchísimo. Tiene sus ventajas, como todo. Pero está acabando con la interacción, el contacto personal, la charla, el cara a cara. ¡Y que no me digan que para eso hace falta mucho prespuesto! El dinero es importante pero no para devolver la vida a los campus.

¿El Plan de Bolonia no exige más presencia de los alumnos?

Eso es lo contradictorio. Yo, con Bolonia, he establecido que el 30% de la nota sea evaluación práctica y si no se cumple, un cero seguro y automático. Bolonia exige a los alumnos un mínimo de asistencia a clase. Bueno, pues la gente no viene o viene muchísimo menos que antes cuando no era obligatorio ni se pasaba lista. Hay un problema y mucha falta de compromiso. ¡Con lo bonito que es compartir cinco años de tu vida con tus compañeros!

Al margen de los ranking que cada cual maneja sobre la Complutense, ¿cuál cree que es su proyección de puertas para afuera?

A mí lo que más me preocupa es Iberoamérica. La Complutense en particular y España en general deben recuperar la conexión. El futuro de España está en América Latina.

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