DCODE, un «sold out» sin claro ganador

El festival superó un arranque pasado por agua y reunió a 25.000 personas en Ciudad Universitaria

Festival de Música, DCODE Guillermo Navarro
Nacho Serrano

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Lo logró, a menos de doce horas de arrancar los conciertos, pero lo logró. El festival DCODE consiguió agotar un año más todas sus entradas el viernes por la noche, y el sábado celebró por todo lo alto su nueva edición dando su pistoletazo de salida pasado el mediodía. Lo que significa que media jornada estuvo bien pasado por agua.

En total, 25.000 «dcoders» acudieron al recinto ubicado en la Universidad Complutense de Madrid para disfrutar de una veintena de grupos en este evento que marca el final de la temporada de festivales y, también, el final del verano. Así, mil y un anécdotas sobre las peripecias vividas durante las vacaciones se cuchicheaban en los puestos de comida y bebida mientras La M.O.D.A. , el primer gran reclamo del festival, subía al escenario. Suerte que el suyo tenía techo.

Por esas mismas tablas pasaron Clairo y el segundo gran grupo nacional del cartel, Sidonie, que montaron un fiestón pop marca de la casa con la carpa abarrotada hasta los topes. Fue casi como si se hiciera de noche, con un ambientazo «festivalero» a pleno rendimiento a pesar de ser la hora del café. A resguardo de las inclemencias del tiempo, desplegaron la ristra de clásicos que pronto aparecerán reunidos en la recopilación que celebra su vigésimo aniversario (que saldrá este mismo mes) y terminaron con su «frontman» Marc Ros cantando a hombros sobre el público.

Nat Simons y Volver inauguraron los otros dos escenarios pasadas las cuatro de la tarde, cediendo las tablas a Jorja Smith, uno de los nombres internacionales que generaban más expectación, y a Sam Fender, que dio una de las sorpresas del día con un show tan austero como poderoso. Entonces llegó el turno de Viva Suecia, una banda que tiene mucha menos veteranía que Sidonie, pero que no son menos infalibles a la hora de levantar a sus fans.

Bastille y Albert Hammond Jr . pusieron otra guinda de pop-rock «guiri» a la tarta del DCODE antes de la llegada de una banda que, sin ser cabeza de cartel, era sin duda la más esperada: Izal . El quinteto fue, con permiso de los cabezas de cartel Imagine Dragons, el responsable de que se colgara el cartel de «no hay entradas» ayer en DCODE. Y lo demostró construyendo un recital de pura comunión con sus seguidores, al que solo se le podrían poner pegas si uno es alérgico a su música. La entrega, el sonido y el repertorio fueron todo lo que un «izaler» podría haber esperado.

Mientras, Grises y Berri Txarrak ofrecían otros colores sónicos a los que se pasaban por la carpa, y el resto se concentraba en el escenario principal para ver a Imagine Dragons . Entre pirotecnia y pop de masas, la banda de Las Vegas llevó a los 25.000 asistentes hacia una madrugada que llegaría a su punto máximo de ebullición con The Vaccines y Triángulo de Amor Bizarro, y que terminaría pocos minutos antes de la salida del sol, con la pinchada de Ocho & Medio and Friends, un guiño a la escena local que quizá debería trasladarse más hacia los locales de ensayo de la ciudad. Por otro lado no hubo un claro «vencedor» en este DCODE, así que en ese aspecto fue una jornada festivalera bastante equilibrada. Porque cuando en un festival no hay un claro ganador, quien gana es el público.

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