Auditorio Nacional de Música, entre las grandes salas europeas de conciertos

Diseñado por José María García de Paredes, se inauguró en 1988 con un concierto dirigido por Jesús López Cobos. Su edificación potenció el ensanche de Madrid y se descentralizó la cultura en la capital

El Auditorio Nacional de Música se inauguró en 1988 BELÉN RODRIGO

Belén Rodrigo

El Auditorio Nacional de Música se construyó para dotar a España de una gran sala de conciertos acorde con los tiempos , lo cual permitió recuperar el Teatro Real para la ópera (funcionaba como sala de conciertos desde 1966) . La Orquesta y Coro Nacionales (OCNE) no tenían una sede adecuada a sus necesidades y era urgente dotar a la capital de un gran auditorio. Hacia finales de los años 60 ya se hablaba de la posibilidad de construir este espacio «pero por entonces no había presupuesto. En los años 80 ya hubo un plan de actuación para infraestructuras musicales y se pudo incluir el proyecto», explica a ABC Lola Muñoz, arquitecta del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música  (INAEM ), entidad responsable de la gestión del auditorio. Se tantearon distintas ubicaciones y se acabó eligiendo un solar en la calle Príncipe de Vergara, próximo a la Plaza Cataluña, que pertenecía al Ministerio de Transporte, adjudicándose tres parcelas para las obras con una superficie total de 7.588 metros cuadrados. «No era un lugar céntrico, pero hacía falta un área grande, y de esta forma se potenció el ensanche de Madrid y se descentralizó la cultura en la capital», apunta Muñoz.  

En noviembre de 1984 se colocó la primera piedra de un edificio cuyo presupuesto se fijó en algo más de 1.575 millones de pesetas (9,5 millones de euros). José María García de Paredes fue el arquitecto encargado de la obra quien «tuvo predilección por la tipología de estos edificios, construyendo otros auditorios en todo el país», indica la arquitecta. Premio Nacional de Arquitectura en 1956, García de Paredes contrajo matrimonio con María de Falla, sobrina del compositor Manuel de Falla. Fue también él quien diseñó el auditorio que lleva el nombre del citado compositor en Granada, la sala Juan de Villanueva del Museo del Prado en Madrid y el Palau de la Música en Valencia, además de los auditorios de Cuenca y Música. Conocía bien la construcción de este tipo de edificios en el extranjero, como la Philarmonie de Berlín y se asesoró acústicamente por el mismo consultor que trabajó en el auditorio alemán, Lothar Cremer .

La Sala Sinfónica tiene capacidad para 2.338 butacas BELÉN RODRIGO

 «El edificio es totalmente simétrico , a la derecha e izquierda se repiten los espacios. Está dividido transversalmente en tres bloque : zona sinfónica, servicios y zona de cámara », explica Lola Muñoz. Una disposición que permite la conexión directa e independiente de las áreas destinadas a la orquesta, coro y camerinos con los escenarios que garantiza además el aislamiento de ruidos y vibraciones.  «El coro y la orquesta tienen distintas necesidades. La parte del coro debe estar continuamente ensayando y los músicos trabajan sobre proyectos», explica a ABC Narciso Mercé Cortés, gerente del Auditorio Nacional. Ambas formaciones tienen sus espacios para ensayar, prepararse para los conciertos «y los jueves es el día en que se juntan ambos», añade. En la zona de la orquesta (con alrededor de 120 músicos permanentes) hay salas de uso exclusivo para los instrumentistas así como almacenes de instrumentos , especialmente aquellos de grandes dimensiones como los contrabajos o los pianos. «Tenemos un total de 20 pianos por todo el auditorio y en plantilla contamos con un afinador que se ocupa de que todos los pianos están siempre afinados», indica el gerente. En el almacén de pianos se encuentran cinco Steinway & Sons, «algo difícil de encontrar en un auditorio, de distintos modelos». Están a disposición de los pianistas pero aún así algunos prefieren viajar con su propio piano e incluso con su propio afinador. En las instalaciones del Coro Nacional, formado ahora por 92 personas, además de la sala principal de ensayo hay otras cuatro salas diferentes para que cada voz pueda ensayar por separado.

El Auditorio cuenta también con dos salas de protocolo. Una de ellas fue diseñada para ser la antesala del Palco Real al que renunció la Familia Real y no se llegó a construir. Se ha quedado con el nombre del cuarto de la Reina y es donde los miembros de la Familia Real recibe visitas  cuando acuden a los conciertos. La segunda sala de protocolo es más institucional.

 

Sala de ensayos del coro BELÉN RODRIGO

En el 2002 se llevaron a cabo unas obras para añadir al auditorio una sala de conferencias donde se realizan charlas y cursos. García Paredes ya había fallecido y se encargó del proyecto su hija Ángela y su yerno Ignacio García Pedrosa, ambos arquitectos. En el 2007 fue necesario cerrar unos meses el edificio para llevar a cabo obras de mantenimiento y adecuación a las nuevas normativas y era incompatibles las obras con el funcionamiento del mismo.

Inauguración

El concierto de inauguración del edificio tuvo lugar el 21 de octubre de 1988 presidido por el entonces Príncipe de Asturias, Felipe de Borbón. Cuatro coros, la Orquesta Nacional de España, dirigida por Jesús López Cobos , y cuatro solistas, Montserrat Caballé, Teresa Berganza, Teresa Verdera y Vicente Sardinero, reunieron  a más de 400 personas sobre el escenario. Interpretaron la cantata escénica Atlántida, de Manuel de Falla.

Tras tres primeros conciertos dirigidos por López Cobos, en el cuarto se produjo la primera gran anécdota  del Auditorio. Era un concierto de orquesta dirigido por el alemán Kurt Masur y antes de comenzar se empezó a escuchar los maullidos de un gato.  «Se intentó encontrarlo sin suerte y después de esperar bastante tiempo comenzó el concierto y durante toda la obra se escuchó al gato», recuerda Narciso Mercé.

En el Auditorio Nacional hay obras ceditas por el Reina Sofía BELÉN RODRIGO

Desde un principio en este edificio se han organizado los grandes conciertos de Madrid, sin estar únicamente al servicio de la Orquesta y Coro Nacionales. Son una de las tres unidades vitales de programación del auditorio , junto con la Joven Orquesta Nacional de España (JONDE) y el Centro Nacional de Difusión Nacional (CNDM). En 2018, por ejemplo, se celebraron 430 conciertos recibiendo a 600.000 espectadores, con un 80% de ocupación. Actualmente la Sala Sinfónica cuenta con 2.338 butacas y la de Cámara con 639 . Muchas entradas de venden a través de abonos de temporada. «Hay muchos programadores que tienen sistemas de abonos diferentes. Podemos encontrar desde los más baratos para 24 conciertos por 230 euros al más caro por 4.000 euros», informa el gerente. Si bien hay conciertos específicos a precios altos que aún así se venden muy bien desde esta entidad se recuerda que hay una gran variedad de espectáculos a precios muy accesibles.

En la Sala de Cámara se organizan un número menor de conciertos y acuden orquestas pequeñas y sobre todo cuartetos de cuerda. Pero también «hay conciertos de jazz, folclore, flamenco e incluso cabaret», resalta Mercé. Ya en la Sala Sinfónica uno de los grandes atractivos es el  órgano construido por Gerhard Grenzing. Cuenta con un impresionante techo acústico en madera de nogal y tiene 5.700 tubos. En el ciclo Bach Vermut se puede escuchar en esta sala a grandes organistas y cada edición ha sido todo un éxito.

Órgano construido por Gerhard Grenzing, que cuenta con 5.700 tubos BELÉN RODRIGO

Desde su llegada a la gerencia, hace año y medio, Narciso Mercé ha centrado parte de su trabajo en lograr un edificio más accesible . «Estamos adaptando la normativa de Cultura para todos y de esta forma facilitar el acceso a las personas con discapacidad o que van en silla de ruedas  y a sus acompañantes», cuenta el gerente. En el caso concreto de los discapacitados, tienen un descuento del 30%. Ya existen cuatro butacas de estas características en la Sala de Cámara y 12 en la Sinfónica. «Esperamos que tenga buena aceptación y poco a poco ir aumentando el número», añade. Hay otras mejoras que se esperan introducir. « La acústica es muy buena pero el auditorio se debe adaptar al siglo XXI . En su día no se invirtió en amplificación y hace falta por ejemplo un buen sistema de megafonía».

El día a día en este edificio en cuya organización y administración trabajan 50 personas es muy ajetreado. Las salas están abiertas a otros conciertos, no solo de profesionales, y se organizan por ejemplo espectáculos de coros de asociaciones. Los niños son también protagonistas, a través de conciertos destinados a este público o de visitas. En un día pueden llegar a pasar hasta 10.000 personas , aquellas jornadas en las que se realizan varios conciertos en todas las salas. Sin olvidar el ir y venir de los músicos y cantores. En un edificio de estas características,  «hay muchas anécdotas, es como la vida misma» , reconoce Mercé. Muchas caídas, algún que otro infarto y otros imprevistos.

 A lo largo de estos 31 años son muchos los músicos y artistas que han pasado por esta casa. Las salas se siguen llenando y hay ciclos nada más lanzarse al mercado, agotan inmediatamente las localidades. Es señal que este auditorio está inmerso en la vida cultural de Madrid. 

Escalaera principal del edificio para acceso a la Sala Sinfónica BELÉN RODRIGO
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